30.7.10

Aqui un nuevo capitulo de este fic, lamento la tardanza... jeje kissu Rox n___n



VII. Apresurado

No había ningún sonido a su alrededor, nada que le hiciera salir de forma abrupta de aquel confort que proporciona un sueño prolongado después de mantenerse despierto varias noches. Su rostro se cubrió de una tibieza, lentamente sus parpados se abrieron una luz le aturdió, poco después sus pupilas se acostumbraron - ¿Qué? – Miro a su alrededor desconcertado, no era su casa, recordó – El bar, aquel hombre – Toco sus labios, se dio cuenta de donde se hallaba: encima de una cama ajena a la propia, rápidamente se miro – Ufff – Sus ropas estaban intactas.

- Lamento no haberte despertado – Su voz sonaba mucho mas clara que durante la noche: fuerte y profunda sobre todo amable, probablemente hasta amorosa.

- Gracias – Intento levantarse sin embargo, al tener un pie fuera de la cama un vértigo parte de su depauperación le hizo caer de bruces. Ricardo camino veloz hasta el y le ayudo a sentarse nuevamente.

- Debes desayunar para tener fuerzas – Acaricio su rostro para salir de la habitación en busca de la comida para el menor, inconscientemente Alfonso cerro los ojos mientras esperaba el regreso de ese salvador suyo.

- ¡No por favor! ¡No! ¡Suéltenlo! – Suplicaba con terror en sus ojos, mientras veía como su amante era apresado y arrodillado frente a el, dispuesto a ser golpeado. Los ojos de Erlendr mostraban seguridad, hizo un gesto para tranquilizar a Disar que grito temeroso de la suerte del mayor cuando lo arrastraron lejos, el pelinegro quería liberarse y alejar a quien sujetaba a su pequeño amante, claro que lo deseaba pero se había prometido asimismo no mostrar su verdadera forma.

- Ahora te tenemos, no creas que te libraras fácilmente de esto – Lo ataron de los brazos a un caballo que en caravana lo exhibió por la calle principal del pueblo, su piel comenzó a excoriar sin brote de sangre, la gente lo miraba entre divertidos y compasivos, mientras el solo podía pensar en su pequeño, no sabia que podría sucederle, su padre al ser el representante de aquel inhóspito lugar debía ponerle algo mas que un simple correctivo, debía ser ejemplo para la población.

Estaba seco, lo sabia, no existía motivo alguno para que su congelada sangre se diluyera y derramara por sus heridas, trato de evitar el contacto de su piel con todo lo que pudiese lastimarlo, aunque claro no podía evitarlos del todo, grandes heridas se formaron, se lleno de miedo porque la gente se daría cuenta; al llegar a un establo le soltaron, sus ropas desgarradas por las afiladas piedras del camino al igual que su piel mostraron su diferencia, los hombres lo miraron horrorizados, le gritaron monstruo, Erlendr los golpeo, agradecía que solo fueran tres los que lo habían visto, les pego y amordazo, a dos de ellos les corto para obtener sangre con la cual seguir con su papel, su técnica con cierta fineza le arrebato la vida a esos tres que degollados como simples corderos fueron colgados en un rincón. Poco después se amarro asimismo y fingió cansancio y dolor cuando mas hombres entraron a verificar.

- ¿Dónde están los otros? – Pregunto un hombre de brunos cabellos.

- Yo que se – Lo escrutaron de pies a cabeza - ¿No eres tan hombre con nosotros? Aprovechándote de un niño, eres realmente asqueroso – Le escupieron, solo ladeo el rostro sin evitar ensuciarse, sus agresores se mofaron de el.

- No te culpamos, después de todo sabemos cosas que tu tal vez conoces – Entre las palabras del otro se confundió y no le presto mayor atención.

- Mañana al salir el sol te ejecutaran, lo mejor es que nunca volverás a verlo, jamás – Una vez mas se carcajearon frente a el.

- ¿Qué? – Miro el rostro desencajado de Ricardo.

- “Ellos, Andrew, no Andrew, podrá ser u maldito pero no haría algo como eso” – Se dio cuenta de su error, Disar después de días de estar enclaustrado llego a su casa con ligeros moretones que atribuyo a su padre pero ¿si esas eran pruebas de otra cosa aun mas ruin? ¡Claro! ¿Cómo no se había dado cuenta?

“- Sabes, mi hermano es demasiado obsesivo con determinadas cosas, estoy seguro que sabes a que me refiero, tu le gustas y no te dejara ir sin mas a un lugar tan alejado como ese, no importa cuantas leguas, o que distancia recorras el estará detrás de ti sin tomar en cuenta nada.”

Ricardo dejo en una pequeña mesita el plato con comida y se acerco Alfonso, su voz suave y arrulladora lo adormeció nuevamente - ¿Qué es lo que realmente te sucede? – preguntaba tan bajo casi inaudible, entre sus manos la vida se sentía tan liviana, tan lejos de todo, sin nada que lo dañara. La pesadez de su cuerpo no le permitió mover ni un musculo sus parpados le cubrieron los ojos.

- Erlendr – Una voz fuerte y a la vez distante era la que emitía de su garganta, sus cuerdas vocales parecía afinadas en notas altas – Erlendr – Lentamente abrió los ojos.

- Aquí estoy, te dije que enfermarías si seguías bajo el agua – Lo veía borroso, llevo su diestra a la frente que parecía húmeda, efectivamente, tenia un pedazo de tela mojada – Tenias fiebre, pero creo que sobrevivirás – Se burlaba de el.

- ¿Cuánto…?

- Solo medio día, desde la mañana estas aquí – Su mano fría le acaricio el torso.

- Más… acércate mas – Pidió a tientas.

- Como digas – Al parecer no llevaba camisa porque sintió como si una manta helada le cubriera. Su respiración por el contrario chocaba contra su nuca con cierto candor. – Eres solo un niño.

- No lo soy – Se acurruco.

- Me has embrujado Disar, solo han pasado dos semanas desde mi arribo a este lugar y tú me has atrapado totalmente, eso sin contar que eres un jovencito de tan solo dieciséis.

- Ámame Erlendr, ámame solo a mi – Sus ojos se abrieron, completamente asustado miro a su alrededor.

- Estas demasiado débil – No logro ver los ojos de Ricardo que a su lado se veía preocupado.

- Lamento incomodarlo, debe – El mayor se puso de pie, camino hacia la ventana reprimiendo las ganas de gritar “¿Por qué no me habías dicho que abusaron de ti? ¿Por qué no hablaste? Si lo hubieras hecho ¡yo hubiera aniquilado a todo ese maldito pueblo, a toda esa gente!”

- No te preocupes, háblame de tu – Al fin volteo a verlo, no lograba ver su rostro, el sol lo alumbro de tal forma que le impedía visualizarlo.

- Si, como digas – Obedeció “Erlender” – Erlender – Salió de sus labios. Ricardo no pudo mas, se acerco a gran velocidad tomando la cara de Alfonso en sus manos.

- No preguntes como ni por que, pero yo Te Amo – No quería perder mas tiempo, ese era al que esperaba, a su único amor, no lo perdería ahora no reprimiría ni fingiría el juego de conocerse, sabia muy bien que era egoísta de su parte pedir de golpe algo que debía ir lentamente pero no soportaba la idea de mantenerse alejado.

- Debes estar loco – Se alejo temeroso del “desconocido” que en cuestión de horas le estaba amando.

- Créeme, no puedo seguir viviendo si no estas conmigo – Y no podía.

- Aléjate de mi pervertido – Le dio un manotazo, debía evitar a Ricardo.

- No te hare nada, solo dame una…

- He dicho que te alejes, no soy una ramera ni un puto cualquiera, si de donde vienes es así de fácil llevarte a la cama a alguien ten por seguro que aquí no es igual – Le miro angustiado y molesto.

- No es como lo piensas – Intento sujetarlo de la muñeca pero en un rápido movimiento Alfonso la retiro, se levanto de la cama.

- No te atrevas a acercarte a mi – lo señalo – Quédate ahí, si te mueves juro que sabrás quien soy.

- ¿Saber quien eres? Ni tu mismo tienes conocimiento de ello, además ¿Sabes que es lo que sientes realmente?

- Cállate – Con sigilo y midiendo cada paso se puso de pie bordeando la cama lentamente.

- ¿Qué sientes cada noche? ¿Estas vacio? ¿No es como si algo importante faltara? – Siguió interrogando mientras el menor se alejaba cada vez mas, no podría impedir su salida, si lo hacia el quedaría mucho peor por forzarlo.

- No lo se – Se llevo las manos a la cabeza intentando saber lo que realmente sentía – No lo se – Sus ojos se abrieron sorpresivos.

- Te puedo ayudar, puedo decirte quien eres o por lo menos que queda de ti – Lo iba a sujetar.

- ¡NO! – Salió corriendo del lugar, bajo hecho demonio las escaleras, nada tenia cerradura, cuando salió a la calle el sol imponente asomaba – A la mierda con este loco – No se detuvo en nada, corrió hasta la parada del autobús donde apenas paso uno lo abordo, por un momento temió no llevar dinero pero su cartera seguía en su bolsa, durante el trayecto no pensó en nada, dejo que su mente se mantuviera en blanco hasta que se dio cuenta de su parada.

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- ¿Cuánto mas pagara el por mi error?

- De que hablas – Dejo a un lado ese libro de pasta gruesa que leia.

- De Patrick ¿Quién mas?

- No lo se ¿Acaso después de tan poco te has hartado de el? ¿Ya no te satisface? – Sonrio poniéndose de pie, su pantalón de un negro brillante llego a cubrir ligeramente sus zapatos, acomodo su camisa blanca y las mangas.

- No digas eso, lo amo y lo sabes.

- Solo se que mi hermano me quito lo único bueno en este pedazo de porquería que tengo por vida y lo convirtió en desgracia – Sus hermosos ojos grises centellearon. Temeroso Danael dio dos pasos atrás mientras la mano de Andrew se le aproximaba – Me tienes miedo… ¿Como puedes?

- Por favor, nunca te he pedido nada. Solo dejalo libre.

- Solo dejalo libre – Encogio su mano - ¿Qué fácil no? Deja de cogerlo ¿Puedes?

- Andrew – Chillo.

- No, claro no, no puedes dejar de seguir los instintos de tu cuerpo pero yo debo renunciar a lo único hermoso en toda mi existencia por capricho tuyo – Le alzo el brazo, intento reprimir sus deseos, pero no pudo, le solto una bofetada que de haber tenido sangre corriendo por sus venas la mejilla se le hubiera teñido de un intenso rojo para después volverse morado – En lo que te resta no vuelvas a pedirme nada como eso.

- Andrew recapacita.

- Sal de esta habitación y manda a Patrick – Danael no quería moverse – Hazlo de una maldita vez – Le dio la espalda para sentarse nuevamente en la silla de caoba tomando entre sus manos el libro - ¡Ahora mismo! – Exigió, provocando que su hermano temblara y de inmediato saliera.

- Te odio – Alcanzo a escuchar “yo te odio mas” le contesto.

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- ¿Dónde te quedaste anoche? – Pregunto su hermano una vez llegada la tarde.

- En casa de un… amigo – Contesto con cierta avidez.

- Déjalo en paz Marcos, hijo, cuando te quedes con alguien no avises de momento, sino antes, no tienes idea de lo preocupada que estaba además de que no llevaste ninguna pastilla para dormir.

- ¡Mamá! – Dijo exaltado Marcos.

- No paso nada, no tuve pesadilla alguna.

- Me alegra hijo – Dijo la madre sorprendida así como su hermano menor.

27.7.10

Bahashishi

Yokusoku




Me gusta la voz de Yurari *-* es tan unica...
ademas de la historia en este PV T^T

2.7.10

En tu despedida

Hola, este es un one-shot dividido en dos capis, un tanto soft a decir verdad ^^
espero les guste y kien pueda me deje algun comentario:


En tu despedida


Varias personas reunidas en una pequeña sala de color marrón velando el cuerpo inerte del que en vida fungió el papel de padre, confidente y amigo rodeado de ligeros cuchicheos y clamores reposando en un ataúd de nogal negro con tallado en las orillas casi imperceptible, manijas de un metal dorado, con la parte del rostro descubierto para el ultimo adiós, en cada esquina del ataúd como columnas protegiendo un gran tesoro pedestales de rosas blancas erguidas con garbo, el olor de estas aunadas a las de lilium, fresias y astromelias blancas impregna cada rincón que iluminado con un candelabro de luz blanca adherido al techo da un aire de paz y tristeza.

Un hombre de edad madura con el cabello ligeramente entrecano, vestido pulcramente de negro, ocultando su rostro tras mechones de cabellos, a paso firme y lento se acerca a colocar sobre el féretro un ramo en forma de corazón hecho de camelias que hermosas se tienden, un gesto vil viniendo de alguien que jamás se preocupo por su hermano.

– Lo siento tanto, soy Agustín, hermano de tu padre – Se acerco a un joven de escasos dieciséis que como una estatua junto al ataúd se mantiene observando de reojo los restos mortales de su padre, un abrazo de parte del tío lleno de supuesta tristeza a los ojos de los presentes lo cubrió para después atormentarlo – Se que es pronto pero ¿has pensado quien será tu albacea? – Susurro, dos palmadas en su espalda y luego dio frente a los demás para que el también fuese cubierto de condolencias.

Rodrigo Quintana el nombre del padre, Cesar el nombre de su vástago que quedando huérfano en este mundo no sabía que hacer todo a su rededor era tan ajeno a la habitualidad que llevaba, en esa habitación había gente que en su vida había visto y presentándose bajo la misma premisa: Soy un familiar tuyo. ¡Mentira! ¡Nunca se preocuparon de papá ni de mi, ni cuando el cayo enfermo! Deseaba gritarles cada vez que lo abrazaban, a cada lamento y sollozo de mujeres escandalosas que le provocaban nauseas.

– ¿Es mucha carga para ti no crees? – Un miembro de la supuesta “familia” que venia a aparecer justo cuando su único familiar fallecía – Ven vamos afuera, deja tu papel de guardia por un momento – Lo tomo del brazo, reacio a abandonar el cuerpo de su padre no lo permitió, sentía que de hacerlo seria como dejarlo entre buitres que comerían de su carne, veía a todos en esa habitación como monstruos llenos de hambre y sed.

– Déjame – Le dijo bajito, su metro sesenta se menoscababa con el metro ochenta que parecía tener el otro.

– Vamos – Sugirió con voz tranquila su interlocutor que parecía mayor por aproximadamente cinco años. Una mirada rápida a su alrededor, estaban en grupos platicando, tomo una decisión, se acerco al mejor amigo de su padre.

– Miguel – Quedito y temeroso se dirigió al mayor – Voy a salir un momento, me siento ahogado – Sinceró ante la mirada amable.

– Claro, esto debe ser cansado para ti, no te preocupes no tardan en llegar las personas encargadas de la comida – dejo a un lado a las personas con las que hablaba para caminar con el hacia el jardín de la funeraria – Toma tu tiempo, si necesitas algo estaré adentro – Lo dejo confundirse con la obscuridad que dominaba el exterior, jalo ligeramente el nudo de su corbata y se abrió el primer botón de la camisa blanca.

– ¿Quieres? – nuevamente el supuesto primo.

– Gracias – Acepto de buena gana el vaso con café ofrecido, apresurado lo bebió de un sorbo.

– Tranquilo – El rostro moreno hizo una mueca de asombro, Cesar lo observo con detenimiento: su cabello ligeramente largo peinado con una raya lateral le hacia ver como un afamado diplomático a la luz de la luna. – ¿Qué tanto me ves? – Hablo con superioridad.

– ¿Quién eres en verdad? – Se animo a decir.

– Mis padres dicen que somos familia, de eso me entere recién ayer… a decir verdad no quería venir, este tipo de lugares son ¿Cómo decirlo? – Parecía hablar consigo mismo – Tristes.

– Si lo son – Estrujo entre sus manos el vaso desechable.

– Lo siento – Agacho la cabeza.

– Esta bien, por lo menos eres mas sincero que el resto – Ambos miraron hacia dentro – No conozco casi a nadie – Empezo a caminar hacia el jardín de lado donde el se había dado cuenta se perdía visibilidad desde el tanatorio.

– Yo a unos cuantos ¿conoces la razón por la cual ustedes fueron ocultados de los demás?

– Solo se que esa gente se oponía al matrimonio entre mi madre y mi padre – Suspiro con pesadez – Al fin se encontraron. Un pedestal a los pies del cadáver de su padre cayo, provocando varios gritos ahogados. Sin pensarlo regreso para encontrarse con palabrerías insanas “¿No puede ser?”, “Al final lo hizo” “Pobre niño crecer con semejante pervertido” un escalofrió le recorrió el cuerpo.

– ¡¿Qué hiciste?! – Decía el tío zamarreando a Miguel que era como su segundo padre.

– Cesar – Apenas y pronuncio Miguel mientras la solapa de su traje se encontraba sujeta por las manos de Agustín, al ver a su sobrino lo soltó de inmediato acomodando su ropa y procediendo a levantar el pedestal.

“¿Lo habrá escuchado?”, “Pobre, cuando se entere de todo”, “Deberíamos hacernos cargo de el”. A pesar del palpitar enloquecido de su corazón no mostro emoción en el rostro solo quería sacarlos a todos de ahí.

– Cesar, lamento que esto haya sucedido – Hablo Miguel con los ojos cristalinos.

– Esta bien – Se apresuro para estrecharse entre esos brazos cálidos: los de Miguel, las lagrimas de su padrino le mojaron la cabeza mientras rodeaba su cuerpo con extrema dulzura – No te preocupes, yo se cuanto te duele esto, encima tener que soportar a estos hipócritas – Le dijo de tal modo que solo el mayor escucho.

– Aléjate de ese enfermo Cesar – La voz del recién conocido tío fuerte y áspera asilencio el murmullo incesante – No sabes que clase de... ser es – pronuncio con repudio sin encontrar una mejor forma para referirse a el.

– Aquí no por favor – Suplico.

– Es mejor que lo sepa antes de que caíga bajo tu tutela, yo no permitiré que a el lo corrompas como lo hiciste con mi hermano.

– ¿De que esta hablando? – La voz de Cesar tembló de miedo.

– Este era el amante de tu padre – evidencio ante los presentes que exhalaron preocupados del chico, su semblante se torno impactado y miro a Miguel.

– Anda niégalo, atrévete frente al cuerpo de mi hermano – Reto con crueldad.

– ¿Es cierto lo que este dice? – El aludido lo miro con fiereza ante su zafiedad.

No podía negarlo, no frente al cuerpo de su amado, de la persona que se llevo con su partida gran parte de su existencia – Cesar – Sus ojos gritaron es cierto, intento poner una mano en el hombro del menor.

– Espera – Lo esquivo ante la mirada complaciente del tío - ¿Por que? – ¿Por cuanto lo habían engañado? ¿Estaría su madre viva cuando ellos…? Quería, no más bien exigiría saberlo.

– Porque son unos depravados – Afirmo posicionándose detrás de el – Tu tienes todo mi apoyo por la inocencia ante los actos aberrantes que ellos cometieron.




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