2.7.10

En tu despedida

Hola, este es un one-shot dividido en dos capis, un tanto soft a decir verdad ^^
espero les guste y kien pueda me deje algun comentario:


En tu despedida


Varias personas reunidas en una pequeña sala de color marrón velando el cuerpo inerte del que en vida fungió el papel de padre, confidente y amigo rodeado de ligeros cuchicheos y clamores reposando en un ataúd de nogal negro con tallado en las orillas casi imperceptible, manijas de un metal dorado, con la parte del rostro descubierto para el ultimo adiós, en cada esquina del ataúd como columnas protegiendo un gran tesoro pedestales de rosas blancas erguidas con garbo, el olor de estas aunadas a las de lilium, fresias y astromelias blancas impregna cada rincón que iluminado con un candelabro de luz blanca adherido al techo da un aire de paz y tristeza.

Un hombre de edad madura con el cabello ligeramente entrecano, vestido pulcramente de negro, ocultando su rostro tras mechones de cabellos, a paso firme y lento se acerca a colocar sobre el féretro un ramo en forma de corazón hecho de camelias que hermosas se tienden, un gesto vil viniendo de alguien que jamás se preocupo por su hermano.

– Lo siento tanto, soy Agustín, hermano de tu padre – Se acerco a un joven de escasos dieciséis que como una estatua junto al ataúd se mantiene observando de reojo los restos mortales de su padre, un abrazo de parte del tío lleno de supuesta tristeza a los ojos de los presentes lo cubrió para después atormentarlo – Se que es pronto pero ¿has pensado quien será tu albacea? – Susurro, dos palmadas en su espalda y luego dio frente a los demás para que el también fuese cubierto de condolencias.

Rodrigo Quintana el nombre del padre, Cesar el nombre de su vástago que quedando huérfano en este mundo no sabía que hacer todo a su rededor era tan ajeno a la habitualidad que llevaba, en esa habitación había gente que en su vida había visto y presentándose bajo la misma premisa: Soy un familiar tuyo. ¡Mentira! ¡Nunca se preocuparon de papá ni de mi, ni cuando el cayo enfermo! Deseaba gritarles cada vez que lo abrazaban, a cada lamento y sollozo de mujeres escandalosas que le provocaban nauseas.

– ¿Es mucha carga para ti no crees? – Un miembro de la supuesta “familia” que venia a aparecer justo cuando su único familiar fallecía – Ven vamos afuera, deja tu papel de guardia por un momento – Lo tomo del brazo, reacio a abandonar el cuerpo de su padre no lo permitió, sentía que de hacerlo seria como dejarlo entre buitres que comerían de su carne, veía a todos en esa habitación como monstruos llenos de hambre y sed.

– Déjame – Le dijo bajito, su metro sesenta se menoscababa con el metro ochenta que parecía tener el otro.

– Vamos – Sugirió con voz tranquila su interlocutor que parecía mayor por aproximadamente cinco años. Una mirada rápida a su alrededor, estaban en grupos platicando, tomo una decisión, se acerco al mejor amigo de su padre.

– Miguel – Quedito y temeroso se dirigió al mayor – Voy a salir un momento, me siento ahogado – Sinceró ante la mirada amable.

– Claro, esto debe ser cansado para ti, no te preocupes no tardan en llegar las personas encargadas de la comida – dejo a un lado a las personas con las que hablaba para caminar con el hacia el jardín de la funeraria – Toma tu tiempo, si necesitas algo estaré adentro – Lo dejo confundirse con la obscuridad que dominaba el exterior, jalo ligeramente el nudo de su corbata y se abrió el primer botón de la camisa blanca.

– ¿Quieres? – nuevamente el supuesto primo.

– Gracias – Acepto de buena gana el vaso con café ofrecido, apresurado lo bebió de un sorbo.

– Tranquilo – El rostro moreno hizo una mueca de asombro, Cesar lo observo con detenimiento: su cabello ligeramente largo peinado con una raya lateral le hacia ver como un afamado diplomático a la luz de la luna. – ¿Qué tanto me ves? – Hablo con superioridad.

– ¿Quién eres en verdad? – Se animo a decir.

– Mis padres dicen que somos familia, de eso me entere recién ayer… a decir verdad no quería venir, este tipo de lugares son ¿Cómo decirlo? – Parecía hablar consigo mismo – Tristes.

– Si lo son – Estrujo entre sus manos el vaso desechable.

– Lo siento – Agacho la cabeza.

– Esta bien, por lo menos eres mas sincero que el resto – Ambos miraron hacia dentro – No conozco casi a nadie – Empezo a caminar hacia el jardín de lado donde el se había dado cuenta se perdía visibilidad desde el tanatorio.

– Yo a unos cuantos ¿conoces la razón por la cual ustedes fueron ocultados de los demás?

– Solo se que esa gente se oponía al matrimonio entre mi madre y mi padre – Suspiro con pesadez – Al fin se encontraron. Un pedestal a los pies del cadáver de su padre cayo, provocando varios gritos ahogados. Sin pensarlo regreso para encontrarse con palabrerías insanas “¿No puede ser?”, “Al final lo hizo” “Pobre niño crecer con semejante pervertido” un escalofrió le recorrió el cuerpo.

– ¡¿Qué hiciste?! – Decía el tío zamarreando a Miguel que era como su segundo padre.

– Cesar – Apenas y pronuncio Miguel mientras la solapa de su traje se encontraba sujeta por las manos de Agustín, al ver a su sobrino lo soltó de inmediato acomodando su ropa y procediendo a levantar el pedestal.

“¿Lo habrá escuchado?”, “Pobre, cuando se entere de todo”, “Deberíamos hacernos cargo de el”. A pesar del palpitar enloquecido de su corazón no mostro emoción en el rostro solo quería sacarlos a todos de ahí.

– Cesar, lamento que esto haya sucedido – Hablo Miguel con los ojos cristalinos.

– Esta bien – Se apresuro para estrecharse entre esos brazos cálidos: los de Miguel, las lagrimas de su padrino le mojaron la cabeza mientras rodeaba su cuerpo con extrema dulzura – No te preocupes, yo se cuanto te duele esto, encima tener que soportar a estos hipócritas – Le dijo de tal modo que solo el mayor escucho.

– Aléjate de ese enfermo Cesar – La voz del recién conocido tío fuerte y áspera asilencio el murmullo incesante – No sabes que clase de... ser es – pronuncio con repudio sin encontrar una mejor forma para referirse a el.

– Aquí no por favor – Suplico.

– Es mejor que lo sepa antes de que caíga bajo tu tutela, yo no permitiré que a el lo corrompas como lo hiciste con mi hermano.

– ¿De que esta hablando? – La voz de Cesar tembló de miedo.

– Este era el amante de tu padre – evidencio ante los presentes que exhalaron preocupados del chico, su semblante se torno impactado y miro a Miguel.

– Anda niégalo, atrévete frente al cuerpo de mi hermano – Reto con crueldad.

– ¿Es cierto lo que este dice? – El aludido lo miro con fiereza ante su zafiedad.

No podía negarlo, no frente al cuerpo de su amado, de la persona que se llevo con su partida gran parte de su existencia – Cesar – Sus ojos gritaron es cierto, intento poner una mano en el hombro del menor.

– Espera – Lo esquivo ante la mirada complaciente del tío - ¿Por que? – ¿Por cuanto lo habían engañado? ¿Estaría su madre viva cuando ellos…? Quería, no más bien exigiría saberlo.

– Porque son unos depravados – Afirmo posicionándose detrás de el – Tu tienes todo mi apoyo por la inocencia ante los actos aberrantes que ellos cometieron.




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