18.3.10

Entre sueños y realidades

Entre sueños y realidades

Resumen:


R
icardo un vampiro de tiempos ancestrales perdió al amor de su vida hace setecientos años, en aquel tiempo su nombre era Elerndr y los hechos se llevaron a cabo en Islandia, le dijeron que su otra mitad reencarnaría, el lo ha buscado incansable pero lo engañaron, siempre le mentían y cada vez que llegaba donde estaba el o ella había muerto, fracasaba a cada intento pero esta vez todavía seguía vivo, y para estar de nuevo juntos haría lo que fuera.


Por otro lado Alfonso un joven normal de 22 años tiene pesadillas frecuentes que lo hacen sufrir, en sus sueños es separado abruptamente de alguien, no logra recordar o ver bien su rostro pero sus profundos ojos negros aun los recuerda. Sin embargo en esos no es el, o al menos no propiamente, sabe que esta ahí pero el cuerpo, el tiempo no son los que vive. El lo que quiere es olvidar todo lo que su subconsciente le muestra.


¿Ricardo podrá hacer que su pareja lo recuerde?



¿Lo seguirá amando a pesar de su nueva apariencia?



Nota: Fic yaoi, romantico con vampiros... mas adelante lemon ^^

I.- Mis pesadillas son tus sueños.

Primera Parte


El frio hacia notar las respiraciones agitadas de ambos hombres, el aliento salía de sus labios y como fantasmas se perdían en el aire, la bahía estaba cerca “unos metros mas” se dijo mentalmente avanzando rápido cuando escucho algo que caía al suelo un sonido que se cimbro en su pecho como si a este le hubieran golpeado, volteo, hombres de gruesas vestiduras la mayoría con barbas cubriéndoles los rostros con narices enrojecidas que apenas se veían a través de ellas, cada uno llevaba un arma de frio metal que al entrechocar con un símil producían sonidos estridentes, tembló de miedo: en el suelo un hombre con cabellos oscuros cubriéndole el rostro lo miraba mientras era sujetado por aquellos, tiraron sus escudos que de forma enloquecedora ondularon sobre la tierra.

- Fara! rennur ekki láta þá grípa þig [1] – Escuchaba gritar del que era sometido cuando otro de aquellos hombres de rubios cabellos se acercaba con una espada en mano… - Fara! [2] – Grito mas fuerte, en aquellos ojos logro verse pero no era su cuerpo el que se reflejaba, era su mente, sus sentimientos pero de ningún modo era el, era pequeño de piel blanca con el cabello castaño con botas de piel amarradas en sus pies y abrigo de piel lobina cubriéndole.

Sin saber porque comenzó a correr, corría y corría… el telón de su obra se cerro, su mundo oscureció, pronto se vio en medio de varias casas de madera muchas personas se aglutinaban alrededor de una tarima alta en donde un hombre de barbas y cabello rojizo esperaba ansioso algo, tomaba entre sus manos una especie de hacha larga nuevamente tembló, sabia lo que seguía.

Miro hacia el horizonte montañas blancas se alzaban apenas y sentía los golpes de las personas, era mas fuerte el sonido de su corazón al punto de dejarlo casi sordo, varios hombres salieron con una persona amarrada de pies y manos, se veía diferente sus cabellos se adherían a su rostro, moretones marcaban la palidez de aquella piel que le parecía tan familiar, tan reconocida para sus sentidos. Sigiloso se acerco hacia la tarima escucho como ese hombre era puesto de rodillas con la cabeza sobre un pedazo de madera nuevamente sus ojos se encontraron, estaba tan cerca que podía sentir su aliento.

- Alltaf ađ ást [3] – Le dijo antes de que el filo de aquella navaja cercenara su cuello salpicándolo de la roja sangre de Erlendr.

- Erlendr – susurro - ¡No! – Abrió los ojos sentándose inconscientemente sobre la cama su respiración estaba agitada, sus manos temblaban protegido en las cuatro paredes de su habitación, el sol entraba por la ventana, estaba a salvo.

- ¿Otra vez? – Un joven de apenas dieciocho se asomo por su puerta – Para ser mi hermano eres muy asustadizo.

- Cierra la boca – Todavía estaba estremecido.

- Deberíamos ir al medico, esto no es normal – Se sentó a su lado.

- Lo se, pero ya lo hable con un psiquiatra además de esto no tengo ningún otro trastorno…

- ¿Lo mismo de siempre? – Pregunto con preocupación.

- Si, lo mismo ese tipo me gritaba algo que no entiendo y cuando le cortan la cabeza… agh… - se acostó nuevamente – Su sangre… era tan roja, ardía en mi rostro, se podía sentir espesa… estoy cansado de esto – Cubrió su cara con las manos.

- No te pongas así, ven… intentaremos con los medicamentos que te sugirieron ¿vale? – Desganado tomo un baño para después desayunar e ir a clases, subió al autobús que lo dejo a media cuadra de la facultad de Ciencias de la comunicación la entrada se hacia terriblemente cansada y el calor se agolpaba a su espalda, realmente detestaba los días soleados y parecía que hoy seria uno de ellos.


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Por un oscuro pasillo se escuchaba el sonido de sus zapatos, al final una puerta de caoba roída le esperaba la abrió sin contemplaciones, de inmediato unos candelabros se encendieron una habitación rectangular de unos diez metros se vislumbro, cortinas purpuras adornaban las ventanas con pequeñas rosas negras que las sujetaban, había un escritorio del lado izquierdo justo debajo de un retrato de un metro en el que solo se veía levemente la silueta de alguien probablemente del dueño de la habitación en la que había irrumpido - ¡Me engañaste! Todo este tiempo estuve buscándolo en el lugar equivocado y tu lo sabias… sabias donde estaría – Reclamaba a la presencia de algo que se ubicaba al final de la habitación, sentado sobre un mullido sillón con un lienzo purpura cubriéndole el cuerpo.

- Nunca te indique el camino que debías tomar – Hablo levantando su cuerpo alto de figura elegante, vestido de un hermoso traje negro con camisa blanca asemejada a su piel, un corbatín negro rodeaba su cuello y en medio una gran perla le daba un toque fantástico, casi como sus ojos grises que brillaban a pesar de la tenue luz, acomodo sin importarle el reclamo su cabello platinado – No se de que te quejas, ya lo encontraste ¿no? Lo anduviste persiguiendo por mucho y por todo el mundo – Dio dos pasos, se encendió otro candelabro iluminando la pequeña mesa cubierta de un mantel acabado por el tiempo, sobre el una botella de apariencia sucia se mantenía, la tomo entre sus manos vertiéndola en una copa que yacía junto, la agito levemente para llevarla a su nariz, aspiro fuerte – Nada como una buena comida ¿No? – Sus ojos centellearon llenos de vida, de un sorbo término el liquido, una línea roja se derramo por la comisura de sus enrojecidos labios, llevo el pulgar para limpiar y lamer evitando el desperdicio de aquel liquido – Cada día esa mujercita sabe mejor ¿Quién diría que duraría tanto? - Hablo con sorna.

- Contesta de una buena vez – Exigió.

- Vamos Ricardo o debería llamarte Racif, Mulab o Luis II o tal vez Erlendr o quizá Gagster o Eliano de Mifos ¿Qué nombre te gusta más? – Parecía divertirse con cada palabra, tomo asiento de nuevo observando cada parte del que estaba frente a el, su cuerpo siempre había sido fuerte de carácter ni los años le habían hecho mella cada musculo se marcaba de forma tenue su altura era perfecta al igual que sus profundos ojos negros cubiertos por pestañas largas, su nariz desentonaba de cierto modo a su gusto no era perfecta no era recta pero definitivamente adornaba muy bien su rostro blanco, sus labios esos si eran de su total agrado, delgados y rosados como capullos de rosas, su cabello ahora corto tan diferente de sus anteriores años en los que le llegaban al hombro – Lastima que hayas tenido que cortarlo… mhfn... aun así sigues oliendo delicioso – No había nada mas rápido que el, en milésimas de segundo había atravesado los diez metros de aquella habitación solo para llevar a cabo su capricho de oler ese cabello negro – como si siguieras con vida – Carcajeo.

- No quiero más juegos.

- No los hay.

- Mantén tus sucias manos lejos.

- Siempre ha sido así.

- No mientas.

- Nunca lo he hecho, te dije que reencarnaría y lo hizo ¿no?

- Al otro lado del mar.

- Pero ahí esta… esperándote.

- Hoy me iré a México, esta ahí.

- Curioso lugar ¿crees que el te siga amando? desde hace mas de setecientos años no le has visto ¿Qué diría si se entera de tu mediocridad en su búsqueda? ¿Qué en cada reencarnación no lograste hallarlo? – Su mano cubierta con un fino guante de seda hacia exagerados ademanes mientras daba pequeños pasos a su alrededor.

- Me voy.

- Estoy hablando – No pudo moverse, el rostro de el se encontraba frente a frente – Crees que se enoje al saber que tu amor es tan fuerte que lo hallabas cada vez que su alma dejaba este mundo, yo me sentiría decepcionado – No replico sus palabras pero si lo empujo – Incluso tal vez esta nueva apariencia no te guste – Termino de decir antes de que saliera, reía gratificado de la maldad desbordada.

- Maldito seas, tu y tus estúpidos juegos.

- Maldecirme a mi que soy el mayor de los malditos, ja, no creo que esta vez sea diferente de las anteriores… quizá ese pequeñajo ni siquiera llegue a recordarlo.


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- Dime Alfonso ¿Cuál es la razón de u visita? – Inquirio un hombre detrás de escritorio observando fijamente al joven que tenia frente a el, disfrutando de su rostro.

- Doctor quiero evitar las pesadillas de una vez por todas, son insoportables – Se agacho jugando impaciente con sus dedos. Para aquel psiquiatra sus cabellos oscuros que se mostraban rebeldes le invitaban a ser tocados además de su piel ligeramente tostada, los profundos ojos negros y su figura delgada, dejando entrever siempre una cintura pequeña, no podía evitar sentirse atraído por Alfonso.

- Como fue esta ve – Trato de evadir sus pensamientos tecleando en la portátil los datos de su paciente.

- Pues la misma pesadilla de siempre, nuevamente desperté gritando y temblando de miedo.

- ¿Solo eso?

- Si, es lo único.

- Diazepam, es lo que te puedo dar debido solo te aplicaras 1.5 mg antes de dormir eso controlara las pesadillas.

- No estoy seguro, no quiero volverme adicto.

- Tranquilo – Se levanto paso por el escritorio sus dedos hasta llegar detrás de Alfonso, hizo lo mismo por sus hombros – o puedes buscar un medio para evitar el estrés – Dijo muy cerca de su oído.

- Una vez mas intentare eso – Se levanto nervioso, tomando su mochila salió rápidamente sin despedirse del psiquiatra que se arrepintió de sus actos.

- Ese tipo me da cosa – Tallo su cuello.


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El viaje había sido agotador, de Ginebra a Mexico habían sido alrededor de catorce horas con todo y la maldita escala en Paris, odiaba ese lugar ya que ahí había vivido uno de sus mas grandes problemas pero no había tenido gran problema, casi todo el viaje la paso leyendo y revisando un mapa de la Ciudad de Mexico para no perderse.

Al pasar por las escaleras eléctricas varias mujeres voltearon a verlo, parecía una verdera estrella de cine, las grandes gafas oscuras que le tapaban el rostro lo hacían ver misterioso, su cabello corto estilizado con un poco de gel le hacían sexy esta por demás decir que los pantalones de mezclilla acentuaban muy bien sus atributos, no enseñaba gran parte de su piel apenas y su niveo cuerpo se veía gracias al abrigo negro que llevaba encima, sus zapatos casuales de color negro sonaban a cada paso.

- Que diablos… ya sabia yo que lo mejor era llegar de noche, el imbécil de Patrick hizo mal sus cálculos – Refunfuñaba entre dientes hasta llegar al lugar donde su maleta haría arribo, ahí una chica que no podía con su equipaje batallaba, harto de verla casi llora se acerco – ¿Me permite?

- Ah, si, si claro – Sonrió alucinando esa probable conquista.

- Aquí tiene – Se la dejo al lado para después seguir caminando, al salir en el aeropuerto de la ciudad de Mexico levanto un poco las gafas: había un sol terrible y la contaminación le ahogaban, frunció el ceño – Te encontrare, volvió a bajarlas para enseguida tomar un taxi, tantos años, tantas vidas y nunca había visitado México, lo único a su favor era que conocía España su problema el acento ya que se darían cuenta de su extranjería e intentarían verle la cara de idiota – A Reforma – Eligio un lugar céntrico para poder trasladarse y un lugar fácil de pronunciar para que el chofer no intentara atracarlo “Ya estoy aquí, solo un poco mas, solo espera un poco mas”.


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- Llegue – Cerro la puerta tras de si, dejo la mochila aventada – para ser noviembre hace un calor espantoso – se quejo mientras dejaba caer su humanidad en un sillón. La sala de color blanco donde se tiro solo tenia una división que le hacia separarlo de la pequeña cocina, un largo corredor en el centro lo guiaba a las habitaciones una de sus padres y otra donde el y su hermano dormían, al fondo una pequeña puerta de color beige daba entrada al baño.

- Ve a lavarte las manos y vienes a cenar – La voz de su madre, que siempre preocupada procuraba atenderle.

- Voy – Se levanto desganado, al llegar a su baño, esas paredes le parecieron frías coloco el rostro contra la baldosa de color azul que las cubrían cerrando los ojos.
“Alltaf ađ ást”

Escucho claro y fuerte, abrió los ojos se lavo las manos rápidamente y volvió a la sala, había tratado de no mostrar la ansiedad que aquella voz le había causado.






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1 “¡Vete! corre no permitas que te agarren”
2 “¡Vete!”
3 “Siempre te voy a querer”
II. Mis sueños son tus pesadillas

Segunda Parte


- ¿Por qué tenemos que ir por mar?

- Es un lugar seguro no nos conocerán y bueno evitaremos persecuciones – Abrazo el cuerpo de su acompañante besando sus mejillas.

- Es cierto, aquí todos nos conocen Erlendr – unieron sus labios amorosamente, se agacho hasta tomar entre sus manos un puñado de nieve que rápidamente aventó al rostro del otro – Eres viejo – guiño el ojo para salir corriendo.

- No soy tan lento como crees – Corrió fuerte a la velocidad que el podía pero mientras lo hacia recordó que de saberlo su pareja sufriría por lo que regreso instantáneamente al punto de partida.

- Wooo ¿lo sentiste? – Se giro para verlo a varios metros, en el mismo lugar donde le había aventado la bola de nieve – Fue una ráfaga de viento veloz – Dijo sonriendo mientras ahora si el viento le meció sus hebras castañas, sus ojos color miel se cerraron para sentir mas de aquel fresco, abrió los brazos – Vamos, ven… tómame entre tus brazos – Volvió a correr pero como humano hasta llegar con el tumbándolo a la fría nieve – Erlendr ¿Cuándo me dirás tu verdadero nombre? – Pregunto retirando mechones del cabello negro de su amante colocándolos detrás de sus orejas.

- Cuando nos vayamos de aquí, prometo contarte todo, absolutamente todo Disar – beso con amor sus labios rojos, bajo lentamente por su mentón hasta su cuello.

- No, aquí no, alguien podría vernos – pronuncio bajito, el otro sonrió y se levanto.

- Si tienes razón, en la noche te veré en la playa… al bajar el sol te estaré esperando y nos podremos ir – Se sentó a su lado, sonriendo.

- Si – Afirmo seguro. ¿Quién imaginaria que serian descubiertos? Aquella noche el padre de Disar los vio a lo lejos mientras se besaban, de ningún modo iba a permitir que su hijo se volviera una mujer a sus ojos, aquella noche lo encerró en su casa, en el cuarto que estaba debajo del piso, un lugar pequeño y frio. Disar lloro, grito pero nadie lo escuchaba la tierra impedía que el sonido de su voz saliera.

Erlendr lo busco tres días y tres noches sin resultado alguno hasta que al pasar cerca de su casa escucho débilmente su voz “Erlendr ven a ayudarme” se oía como un susurro. Ideo un plan para verificar que realmente estuviera ahí… en efecto ahí mantenían cautivo a su amado, pensó mucho y decidió que al día siguiente entraría a hurtadillas pero uno de los vecinos atento a las indicaciones del padre lo había visto, lo estaban esperando no pudo ni acercarse.

- No vuelvas nunca mas – El padre mostro el rostro demacrado de Disar que no dijo nada, sus ojos le suplicaban que se fuera y así lo hizo, fue la primera vez que su corazón si existía aun en su marchito pecho se rompió.

En las faldas de la montaña tenia su cabaña, desesperado no hizo mas que gritar, romper y rasgar todo lo que tenia, ni con eso lograba mitigar su dolor, pasaron días, largos días hasta que una mañana.

- Vámonos, vámonos ya – Entro por su puerta Disar, se sintió feliz, le pidió que esperara arreglaría todo para su partida, corrió al muelle preparo pasajes para una embarcación y regreso a su casa, lo tomo de la mano y salieron rumbo a su libertad durante el ocaso.

Atravesaron el pueblo por un camino no transitado, iban intranquilos tomados fuertemente cuando nuevamente los amigos de sus padres, hombres fornidos, de barbas corrían tras ellos, alzaron sus armas desafiantes, Erlerndr podía vencerlos, estaba seguro pero Disar lo jalo con fuerza estaba corriendo.

Contrario a lo que el mundo decía de los vampiros el si podía dormir aunque en realidad no fuera propiamente dormir podía acostarse y cerrar los ojos entonces las experiencias a lo largo de su vida y no-vida se reproducían, mostrando como en una película escenas de sucesos trascendentales y cuando los volvía abrir podía sentirse de nuevo en la tierra lagrimas rojizas recorrieron su rostro ¿Cómo es que recordaba ello y no su dulce idilio?

- Disar… Disar – Repetía una y otra vez en esa cama buscando desesperadamente volver a sentir su piel, su olor… ese olor característico de la sangre fluyendo por sus venas lleno de vida.


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Habían pasado dos noches en las que las pesadillas no lo molestaban su despertar era tan pacifico que esperaba durara por siempre ya no tenia esa sensación de vacio ni ese dolor latente en su pecho, al fin lograba avance.

- Alfonso tienes llamada – Grito su hermano desde la puerta, la pereza lo invadía – Es Cristal, anda – La novia que aguantaba, soportaba y quería. Sin camisa salió para contestar.

- “Hola Cariño” – Escucho al otro lado.

-Buenos días Cris.

- “Hoy cumplimos un año de novios y yo quiero saber que haremos, porque supongo que no iras a clases” – Se perfectamente que es un año.

- Si, te veo en el centro, junto a la fuente – Índico.

- “Si, te estaré esperando no llegues tarde” – Escucho un beso y después el sonido de que habían colgado.

- Uhm, esto me harta – Dijo rascando su cabellera. Las horas pasaron lentas en el aula, un profesor tras otro, se estaba impacientando, miraba una y otra vez el reloj pero este parecía avanzar un segundo por hora – Estoy enloqueciendo – Se hablo en voz baja hasta que al fin terminaron sus clases, tomo el autobús al frente de la facultad que estaba completamente lleno, fastidiado paso entre las personas que se encontraban de pie, su mochila se atoro con alguien que le insulto, haciendo oídos sordos siguió como si nada; pasaron los minutos hasta llegar a su parada, toco el timbre y descendió, nuevamente el maldito sol le aturdía, sus ojos se achicaron molestos por el astro, camino cuatro calles hasta llegar al centro – Milagrosamente estoy llegando media hora antes – Se animo, miraba atento la fuente del zócalo paso por la calle donde estaban colocadas las fuentes a un costado de la afamada catedral de Puebla cuando vio claramente a Cristal estaba parada frente a la fuente con un chico que la abrazaba de la cintura se quedo detenido en la entrada lateral del templo los jóvenes que pasaron junto a el parecían sombras, el chico metió la mano por debajo de la blusa de su novia ella correspondió con un beso. El vibrar de su celular lo devolvió al mundo.

- Alfonso, soy yo – Escucho en la línea a su amigo - ¿Alfonso estas bien? Contesta – Seguía impactado, adolorido, decepcionado.


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- Hablabas en serio cuando mencionaste lo de México ¿Verdad? – La voz al otro lado del teléfono sonaba igual de monótona que la ultima vez – Veras, estoy tentado en ir a conocer ese lugar, serian unas buenas vacaciones.

- Te advertí que te mantuvieras lejos – Amenazo, pero de nada serviría aun y cuando le dijera te matare no causaría efecto en su interlocutor.

- Vamos, de todas formas deberías presentarlo, somos como tu familia se supone que llevamos mucho tiempo de conocernos.

- Ya Andrew deja estos juegos – Dijo harto acomodándose sobre el sillón del hotel donde estaba – Puedes hacer lo que quieras contigo pero mantén tu distancia en lo que a mis asuntos respecta.

- Mmm… ya que lo pides tan amable después te hare una visita para saber tus avances aun sabes lo que pienso – Comenzó a hablar entre risas – No lo encontraras – Carcajeo, ya le tenia completamente atosigado con tanta palabrería así que colgó.



- Erlendr, sonríe mas, anda sonríe… - Su castaño cabello se mecía con el oleaje del mar, su torso desnudo sobre la arena subía y bajaba tranquilamente al ritmo de las olas.

- Si quieres hazlo, tócame – Paso sus dedos frios dedos sobre ese blanco pecho – Tocame – Susurro.


La puerta sonó salió de su ensoñación y camino hasta abrirla.

- Bienvenido Ricardo Linares – Saludo con alegría un hombre de alrededor de treinta años, por lo menos de apariencia.

- Pase – Dejo que entrara.

- Me hace feliz tu visita hace mas de cincuenta años que no te veía – Hablaba afablemente, abrió su saco negro sentándose en una cómoda silla de madera, a su izquierda estaba el teléfono que junto tenia el sillón donde había estado Ricardo.

- No vine aquí por ti y lo sabes. Dime ¿Qué has averiguado?

- No soy tan sensitivo como Andrew, el sabe cosas que yo no podría descifrar – Eran amigos hacia un par de siglos, podría decirse que el era casi de la misma edad que el mencionado Andrew.

- Ya habla – Sentado en el sillón se mentalizo para la peor respuesta.

- Al parecer esta en Puebla – Contesto.

- ¿España?

- ¿De nada te sirvieron los libros que te recomendé?

- ¿Ah?

- Oh, vamos tantas horas de vuelo y no leíste el libro de historia.

- Ah, Puebla la ciudad ubicada al sur del Distrito Federal – recordó.

- Si, esa misma, aun no he logrado interpretar del todo mis visiones, he buscado mucho pero cada vez que me acerco se presenta algún vestigio de su pasado, su alma ha pasado por mucho dolor.

- Lo se… - Se sintió apesadumbrado.

- En sus vidas anteriores te amaba, te amaba mucho sin conocerte, esperaba que llegaras cuando era mujer cuando era hombre, siempre lo hacia, incluso ahora aun debe hacerlo.

- El me dijo que quizás yo ya no lo amaría ¿Cómo crees que sea?

- Incluso lo seguiste amando aun cuando lo hallaste en estado avanzado de sífilis, eso no es algo que cualquiera pueda soportar.

- Seguía siendo el después de todo, debajo de esa piel estéril debajo de esa frondosa cabellera pelirroja seguía siendo mi Disar.

- En esa vida te espero para que la sacaras de ese mundo, me gustaría saber ¿Por qué?

- ¿Por qué que?

- … No fuiste en su auxilio.

- Andrew, el bastardo me dijo “¿reconoces su alma?” – Se levanto ofuscado – Dude, tuve dudas de que esa mujer de desenfrenados gemidos fuera el, en el fondo no quería verlo así, y el utilizo mis temores para sembrar aun mas profundo las dudas.

- Tranquilo esta vez estas más cerca.

- ¿Qué harás para la cena? – Cambio radicalmente la conversación.

- ¿Me estas invitando? – Pregunto con cierta incredulidad, después de todo aquel visitante seguía con practicas no muy ortodoxas para alimentarse.- Si hoy tenemos algo un tanto peculiar – Se levanto – En mi casa, te mandare un taxi. Espero tengas hambre – Sonrió para salir del lugar.


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Cerro la pantalla de su celular camino rápido hacia su novia que al verlo asustada empujo a su otro novio.

- ¿Qué significa esto? – Se detuvo frente a ella sosteniendo al tipo de la camisa.

- No es lo que crees.

- ¿No? Entonces soy pendejo por que creí que te estaba metiendo la mano.

- No hagas una escena aquí en la calle – Varias personas habían dirigido las miradas hacia ellos.

- tienes razón una zorra como tu no lo vale.

- No le hables de esa forma – defendió el otro chico que recibió una fría mirada.

- Me voy, no volveremos a hablarnos nunca mas – La cabeza comenzó punzarle a causa del calor, camino hasta llegar a la esquina que daba a los portales oriente -. Mierda que estupidez – Sintio como si lo mejor hubiera haber hecho mas para defender su hombría, que había sido menoscabada por esa tipa, se recargo en una columna.

“Ég er með þér” [1]

- Ya lo se – Contesto instintivamente sorprendido por su respuesta volteo para mirar a su alrededor, no había nadie la posibilidad de una broma quedaba descartada ¿Por qué había contestado a aquel delirio?





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1 "Estoy contigo"

III. Acercándose al destino


Anocheció rápido, el taxi lo esperaba en la entrada del hotel al salir vio las luces brillantes de la ciudad, gente pasaba, miro al cielo no se veía ni una sola estrella, de nuevo cerro los ojos, era adicto a esos recuerdos, a esos “sueños” como el le llamaba.

- Son muchas las estrellas.

- Si – Acariciaba su sedoso cabello.

- ¿Crees que sean tantas como mi amor por ti? – Estaban sentados en el suelo al frente de la cabaña.

- No lo se ¿Qué tanto me quieres? – Pregunto entre ilusionado y divertido por lo melindroso que podía llegar a ser junto a ese jovencito de apenas dieciséis y el siempre con sus falsos veintiocho.

- Creo que el doble o triple de las estrellas que adornan este cielo.

- ¿De verdad? Pensé que era mucho más – contesto con aparente decepción.

- ¡Oye! – Lo golpeo con el codo, para después besarlo – Te amo mas que el numero de estrellas puedan haber, incluso mas de lo que tu quisieras.

- ¿Más? – Pregunto pegado a sus labios.

- Si, por ti podría entregar mi ser.

- Señor ¿Va a subir? – El chofer lo llamo con rudeza, se subió al auto que lo llevo hasta la entrada de una ostentosa casa, todo se mostraba en completa calma hasta que entro, atravesó un amplio jardín apenas alumbrado por luces de faroles que adornaba en lugares estratégicos, cuando estaba ahí logro ver la silueta de una mujer desnuda que mantenía relaciones sexuales con dos o tres hombres, no se distinguía “¿Hace cuanto que no asisto a algo así?” Se pregunto mientras caminaba hasta la puerta donde el mismo hombre que había ido a visitarlo esperaba.

- Bienvenido – Saludo, vestía con un pantalón negro y camisa blanca con el pecho descubierto dejando ver rastros de sangre en el, no pudo evitar la seducción que infringía ese liquido en sus sentidos, se acerco hasta lamer cada gota – Por lo menos invítame a salir antes – Sugirió el mayor.

- No digas gilipolleces – El otro solto una carcajada.

- Tu acento, jajajaja, por Dios, me encanta – Molesto le dio un puñetazo en la cara.

- ¿Qué mierda te pasa? Solo jugaba – Contesto infantilmente acomodándose el puente roto de la nariz.

- No estas en edad para esos juegos.

- Si todavía no cumplo mil, que forma de tratar a tus mayores.

- Jodete – Caminaron por la sala en donde varios vampiros disfrutaban de sensuales bailes y otros devoraban a algún hombre o mujer incrustando sus filosos y blancos colmillos.

- ¿Nadie se entera de esto?

- Nadie, ellos son gente de la calle, vagabundos alguna prostituta, de todas formas no hay alguien que los busque.

- Siguen igual de enfermos que hace cientos de años.

- No digas idioteces o ¿acaso no comes?

- Si lo hago pero trato de dejarlos con vida.

- Tsk, muy mal de tu parte que caso tiene solo cortar a la vaca dejarla sin una pierna o dos, es mejor comerla toda no crees y así evitar su dolor.

- ¡NO, SE LO SUPLICO DÉJENME! – una mujer desnuda se acerco a Ricardo temerosa de la horda de hombres y mujeres que le seguían, en sus pechos habían marcas de colmillos y líneas de sangre en varias partes de su cuerpo.

- Vamos pequeña no hagas que te persigamos, hace tiempo que no cazamos y podrías sufrir mas – Un tipo robusto de piel apiñonada la tomo de la cintura y mordió cruelmente su cuello. Se alejaron de aquella asquerosa escena a ojos de Ricardo.

- ¿Que? – Pregunto una de las chicas que se hallaba mordisqueando un brazo mientras gritos ahogados y espasmos salían de su “alimento”.

- Comida escapando eso no es agradable, espero que las manchas del tapete se puedan quitar sino tendrán que comprarme una nueva.

- ¿Cómo puede preocuparte mas eso que aquella mujer? – Dijo Ricardo indignado.

- Mujerzuela – Corrigió – No tengo por que preocuparme, ella acepto venir con ellos, fue su responsabilidad.

- Es increíble la frialdad con la que nos referimos hacia un ser humano, a veces creo que de verdad hemos perdido nuestra alma.

- Yo la perdí cuando Constanza se fue – Si mirar perdió el brillo que tenia, tal vez por la oscuridad tal vez por la tristeza.

- Lamento haberte hecho recordarla – Lo mejor es creer que no ha pasado nada, se sugirió para seguir.

- Esta bien, después de todo tu desconoces esos aspectos de mi.

- Es cierto – Caminaron por el vestíbulo hasta llegar a una habitación que parecía ser la sala de lectura, un lugar llena de libreros con una mesa central en la cual reposaba un lámpara demás de un enorme ventanal por el cual atravesaba los plateados rayos de la luna – ¿Me puedes contar?

- Si, toma asiento – Jalo una silla mientras el abría un compartimiento que era un frigorífico en el cual mantenía sus provisiones, saco botellas llena del liquido carmesí – Nuestra vida fue un suspiro, tan pequeño a veces hubiese querido convertirla – La vertió generosamente en unos vasos de cristal –Y así ella estaría a mi lado pero nunca quiso – Bebió tranquilo la sangre, perdiendo sus ojos en algún lugar de la habitación rememorando a la mujer de su vida -, siempre se negó; mientras ella vivía yo no tuve la necesidad de matar a diestra y siniestra solo ella ocupaba mis pensamientos, la ame de una forma inimaginable, incluso en las noches en las que deseaba beber hasta la ultima gota de su sangre no podía, los años pasaron uno tras otro, su juventud fue parte de un fugaz recuerdo, su cabello se tiño de blanco y yo seguía igual, su rostro se lleno de hermosas líneas muestra del tiempo y yo no cambiaba, su voz se marchitaba lentamente y yo solo la podía ver, se lo pedí varias veces “vuélvete una de nosotros” y ella decía “nuestro amor solo debe durar lo necesario, he pasado la mejor vida a tu lado” y la deje partir una mañana, no reencarno, ella había vivido plenamente no había nada que le faltase al morir y por eso su alma me espera, pero se muy bien que estoy destinado a estar separado de ella – Concluyo.

- No lo sabes.

- Lo he visto Ricardo, ella esta en un amplio prado sentada al lado de una fuente observándome a través del agua cristalina, yo, yo estoy perdido en la oscuridad que me maldice.

- Puede que no sea lo que tu crees como me has dicho no puedes interpretar del todo tus visiones - Hablo con cautela.

- Es un punto de vista esperanzador – Sonrió - ¿Te unirás a ellos? – Inquirió lamiendo sugestivamente su dedo medio que había limpiado parte de la sangre que se había derramado por la comisura de sus labios.

-En realidad nunca me han gustado este tipo de “cenas” así que mejor regresare al hotel y mañana mismo me voy a Puebla.

- Una verdadera lastima, cierto, en esa ciudad hay un edificio que me pertenece esta ubicada en la zona sur, la ultima vez que fui habían muchos locales comerciales si quieres puedes hacer uso de ella para hacerte de dinero porque no creo que con tu apariencia pretendas ser un “junior”

- Gracias, eso estaría bien ya que no quiero verme como un bueno para nada. Ahora me retiro – se levanto rumbo a la puerta.

- Ah, recuerda me debes por esto, no te pediré lo mismo que Andrew bueno al menos no de forma tan sádica.

Atravesó la puerta.

- ¿Con que lo mismo? – Salió al patio donde todo parecía, en realidad era una orgia tanto de placer sexual entre los vampiros y de gula por la gente a la cual comían salió tembloroso, no de miedo sino de deseos por ir a comer.

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- Disar Ég elska þig meira en allt í þessum heimi* – Sentía una pesadez sobre su cuerpo una figura tenebrosa estaba encima de el pero no sentía miedo por el contrario comenzó a rodear con sus brazos lo que parecía el cuello poco a poco un cambio sucedió, estaba adquiriendo forma humana la negrura del lugar donde estaban se transformo en una luminosa luz lo que estaba sobre el era un hombre de blanca piel, esos cabellos le parecían conocidos – Disar – De nuevo pronunciaba esa palabra pensó que tal vez era un hechizo o algo por el estilo.

- ¡Alfonso despierta carajo! – Su hermano estaba presionándole el pecho – Alfonso – dijo alarmado. Se dio cuenta que por alguna razón había dejado de respirar – Demonios ¿Qué diablos fue eso? – Pregunto.

- No se – Tosió con algo de brusquedad ya que de pronto había respirado era como haber estado en el fondo del agua.

- Me asustaste creí que te ibas a morir – Dijo con pesar su hermano.

- Agh… de nuevo… - Se giro en la cama molesto – Mierda, todo pasa primero esa perra me engaña y ahora las pesadillas regresan con un plus – Se agarro la garganta – Seria mas fácil si muriera.

- No digas pendejadas – Golpeo la cama – Se que has tenido una mala racha pero se solucionaran por lo de Cristal pues ya encontraras otra vieja además de que fue preferible enterarse ahora que andar con la cara de pendejo después. Por tus pesadillas creo que el dizque psiquiatra con el que vas es un completo idiota así que mejor busquemos otro para esto – Viendo a su hermano repuesto levemente siguió – Míralo del lado amable te unirás mas a mi ya que dormiré en tu cama.

- No digas joterias – Dibujo una tenue sonrisa en sus labios y lo golpeo con una almohada – Ahora quítate maricon – El menor salió mandándole un beso desde la puerta – Ese tonto, la verdad es que el me ha ayudado tanto – Hablo solo buscando la ropa para el día agradecido de tener alguien en quien apoyarse en el peor de sus momentos.




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* Te amo mas que a nada en este mundo

VI. Secretos relucientes

- Lo detesto – Gimoteaba entre besos – Detesto que no me digas lo que sucede, te he mantenido con vida he respetado tu existencia y me pagas de esta manera.- Hablo mientras sus labios viajaban a la parte sur del cuerpo dispuesto bajo si.

- Por favor – Sus ojos llorosos, amarrado de pies y manos sin posibilidad a escapar, su cuerpo tensado de miedo no respondía a las caricias del vampiro que lo había sacado de un basurero donde la que se hacia llamar madre lo había abandonado.

[Inicia Flash Back]

Largos años atormentado por un padrastro tras otro, un hombre detrás de otro como una fila que cogían a su madre ante sus ojos y ella que disfrutaba de abrir las piernas a la menor provocación, lo había visto todo a sus escasos nueve años, conocía partes que jamás hubiese querido, incluso ella, esa mujer, cuando no tenia marido le enseñaba como y donde debía tocarla llegando varias veces al orgasmo en manos de su propio hijo. La odiaba con todo su ser pero a la vez la amaba, nada cambiaba el hecho de haberle dado vida, una triste y horrorosa pero vida al fin y al cabo; un fatídico día lo confeso, su pequeña alma acongojada no soporto mas, grito lo que era “Ramera” salió de sus tiernos labios sin saber el significado, ella respondió con una cachetada “Esta ramera con su culo te ha dado la vida” no podía ser diferente de cualquier mujerzuela de bar, amaba a su hijo, era lo único bello que había logrado en su fracaso de existencia, pero no soportaba escuchar la verdad de su hijo, lo golpeo una, dos, tres… tantas veces hasta casi matarlo, sus manos ensangrentadas temieron enloquecida, arrepentida, lo abandono en medio de un mar de desperdicios huyendo a todo lo que sus pies podían.

La piel lacerada ardía, sus pequeñas manos tiritaban de frio y sus labios pequeños y finos adquirían un color pálido, pero el dolor interno era tan profundo que estaba llegando al punto de no sentir nada.

- Tan pequeño, tan frágil – “La voz de la muerte” pensó cuando escucho aquellas palabras, abrió los ojos, descubriendo una inmensa penumbra ¿Cuántas horas habrían pasado? – Tan solo, esperando la muerte que lastimera llegara a recolectar tu inocente alma.

- Llévame – Dijo despacito apenas audible, esa boquita que debiera siempre sonreír no mostraba curva alguna solo era parte de un algo sin forma ni sentido.

- Ja, ja, ja, ja ¿Pobre infeliz crees que yo te llevare a la muerte? Cuan equivocado estas pequeño, pero tal vez no tanto, te puedo llevar lo mas cercano posible a la muerte – Sonrió de lado dejando al descubierto sus dientes blancos refulgentes con la luz de la luna, su rostro de un albo hermoso, sus vestiduras le parecían de un príncipe, tenia que ser el ángel de la muerte, quien mas sino de el. - ¿Quieres vivir? – Pregunto con una gran sonrisa, las temblorosas manitas del niño de nueve años que anhelaba un futuro, una familia, amor se alzaron.

- Si, quiero vivir – Lagrimas salieron de sus ojos rodando por sus sienes dando entre toda aquella inmundicia.

- Júrame lealtad y fidelidad… Patrick – Con voz clara y profunda exigió, solo como el podía.

- Le juro ser leal y fiel – Lo que por un momento le pareció el ángel de la muerte ahora le pareció mas un milagro para su inútil presencia.

- Mi pequeño – Tomo entre sus brazos con delicadeza ese pequeño cuerpo envolviéndolo con su propia ropa dándole calor artificial, calor que su cuerpo jamás podría emitir; nuevamente los ojos del niño se cerraron.

El aire se colaba a través de sus heridas provocando más dolor ¿Qué sucedía? Sentía que estaba en un campo de nubes todo a su alrededor era suave como algodón.

Despertó en una enorme habitación que apenas y tenia unos cuantos muebles, la cama donde su cuerpo reposaba era suave y el aroma que emanaba era dulce como el de gardenias intento levantarse pero el dolor agudizó a través de toda su dermis.

- Me alegra que estés despierto – Nuevamente el, su voz taladraba sus oídos marcando el sonido de la salvación, de la esperanza, de un milagro que creía jamás poder ver, una mano fría paso por su cabello – Sabes, eres lo primero que no me como – Dijo como si aquello fuera cualquier cosa – Debe ser por que eres un niño o tal vez porque ya has pasado por mucho… – Un silencio sepulcral pero no incomodo se asentó, no escuchaba otra cosa que no fuera el trinar de las aves que circundaban, además de su respiración agitada ¿Dónde estaba? ¿Quién era el? – Te vi varias veces, sufriendo, llorando, provocando un goce que no debías – Su mano bajo hasta el cuello donde presiono levemente enterrando sus mortíferas uñas – Pequeño Patrick ¿Quieres saber quien soy? – El menor solo asintió con terror – Un vampiro – Confeso – Si aprieto un poco mas podrás dejar este mundo. Pero tu existencia me agrada – Libero al pequeño para recostarse junto a el – Eres tan frágil, tan hermoso a pesar de haber sido manchado por tu propia madre – Sus palabras destilaban maldad, nuevamente lagrimas azotaron los ojos del niño.

- Lo viste ¿verdad? – Dijo con miedo – Yo no quería tocar su cuerpo, no quería ser igual que los otros hombres… no quería que ella hiciera esos sonidos – Aun con dolor vivo de heridas abiertas en sus brazos, los alzo cubriéndose la cara.

- Lo se, tu no tienes la culpa… – Se inclino hasta estar frente al rostro oculto, con firmeza retiro las pequeñas manos – Yo te cuidare Patrick – Beso su frente – Yo te cuidare – “Andrew Richelstald” el nombre del ser que mas amaba en el mundo, era el nombre del ser que mas odiaba, sus cariños cambiaron cuando el pequeño de nueve años se convirtió en un varón de edad casadera, cegado por la necesidad de ser el único le obligaron a ser su esclavo, el acepto cada orden, nunca pudo negarse, lo amaba sobre cualquier otro, pero Andrew tenia sus ojos clavados en Ricardo, lo notaba solo con el retozaba en las noches, solo con el grita de deseo… solo por el.



- Andrew – Llamo con sigilo - ¿Por qué no puedo salir del castillo?

- Te he dicho que afuera el mundo es cruel, malo, capaz de eliminar a alguien tan frágil como tu.

- Pero tú me protegerás ¿No?

- En efecto pero solo si sales conmigo – Tentado el terreno, parecía no ser tan problemático.

- Ricardo… - Pronuncio, el vampiro dejo de leer para concentrar su mirada en el jovencito de dieciséis – ¿Lo protegerías al sobre mi? – Andrew dibujo una torcida sonrisa en aquellos labios muertos.

- Tal vez – Dijo advirtiendo una rabieta, era inocente, aun tenia pureza en su corazón, por eso no lo había convertido, quería que de algún modo todos sus pecados se redimieran con el pequeño Patrick, no podía negarlo lo amaba con todas sus fuerzas y jamás dejaría que nadie tocara uno solo de sus cabellos.

- ¿Qué tiene el que no tenga yo? – Inquirió con el rostro desfigurado de ira.

- La fuerza que jamás tendrás – Sus pequeños ojos se dilataron – El no es un simple humano – El momento preciso de confesarle la condición que llevaba.

- Es cierto, es viejo – Pronuncio con sorna, el mayor carcajeo divertido.

- Si, pero eso solo significa experiencia.

- Yo algún día también la tendré – Respondió con insolencia.

- Patrick, dime… ¿Estas celoso?

- Si, como no estarlo escucho cuando copulan, oigo todo – Se ruborizo hasta las orejas.

- Pequeño, te amo tanto – Lo abrazo besando su frente, pero el menor lo esquivo colocando sus labios. Un beso fiero, sin experiencia pero sin duda cálido, Andrew no se separo continuo moviendo los labios, introdujo su lengua en la cavidad del menor que correspondió pegando la suya, degustando un sabor levemente acido, jadeo entre el beso, el mayor sonrió de satisfacción – Basta – Lo alejo con de un leve empujón.

- Por favor, déjame ser tuyo – El vampiro se compadeció, si lo amaba pero no como amante, sino como un hijo, lo había visto una tarde en brazos de una prostituta, aun era un bebe mientras ella lo dejaba en el suelo mugriento y mojado, mientras fornicaba con algún borracho en plena calle, sus gemidos eran lo único que se escuchaba, mientras el pequeño se removía incomodo, sigiloso se había acercado a el y se había enganchado de sus hermosos ojos esmeralda que lo observaban fijamente, el pequeño sonrió y desde entonces cuando podía lo procuraba, a lo lejos como un cazador esperando su presa y de alguna forma lo era; la primera vez que aquella mujer lo tomo por amante la odio, deseo matarla en ese instante cuando el niño entre espasmos de llanto era obligado a tocar, pero aun así el pequeño parecía amarla y no tuvo el valor ni la fuerza para arrebatársela, esa entereza cambio la tarde en que la enfrento y dejo que ella lo golpeara, supo que de ahora en mas el niño podría ser solo suyo, después de que lo abandonara en un basurero fue tras ella y en un callejón desmembró cada parte de su cuerpo sin remordimiento, no bebió ni una gota de su sangre, no lo merecía.

- ¿En verdad es eso lo que quieres? – Pregunto sabiendo la respuesta, el menor desabotono sus ropas tirándolas al suelo, dejando expuesta cada parte de su cuerpo, su hombría estaba erguida, palpitante y con líquido cubriéndolo, sus mejillas enrojecidas suplicaban ser besadas.

- Tócame, mírame con deseo – Su mano se poso sobre si mismo, comenzando a subir y bajar la piel que le cubría, mas liquido salía de el.

- No puedo – Estaba luchando contra su propio deseo.

- Anda – Se giro dejando expuesto su trasero sin dejar de tocarse, se inclino sosteniendo su pecho en una pequeña mesita dejando una magnifica vista, había observado como lo hacían los dos, se veía doloroso, pero estaba dispuesto a soportarlo, ya antes había ensayado introduciendo uno de sus dedos, así que esta vez lo utilizaría para incitarlo, lentamente dirigió su mano, se abrió paso entre su redondeado trasero, dejando ver su rosado anillo, introdujo un dejo – Nha… - Jadeo levemente moviendo ese dedo, sin dejar de observarlo, sin dejar de masturbarse.

Era mas de lo que podía soportar, se arranco las ropas dirigiéndose al menor – Lo hare – Susurro en su oído, mientras comenzó a tocar sus pezones que no habían necesitado ningún estimulo externo para estar ya erectos – Patrick, eres tan lascivo, me has mojado completamente, siente – Entre sus nalgas algo frio y húmedo se presiono.

-Ahhh… métela – Meneo las caderas deseando ser tomado, amando en un extremo torcido a su salvador y “padre” porque eso era el, lo decía a menudo y había comenzado a creerlo hasta que esa atracción desmedida lo asalto.

- Ahhh… - Entro en la pequeña cavidad, que dilatada ardía, algo que no sentía con Ricardo, un dulce calor que rodeaba su hombría – Por favor métela toda – Pedía con ojos llorosos mirándolo fijamente – Nhn… - Entro mas profundo, el estaba completamente mojado, y el interior también, lentamente embistió, una, dos, tres estocadas firmes, certeras – Ahhh… - El menor sentía algo único, su miembro era masajeado por el vampiro con amabilidad.

- Patrick… mi hermoso Patrick – Embistió con rudeza mientras un grosero sonido proveniente de sus cuerpos unidos retumbaba.

- Aghh… Así mi amado mas duro – Era como estar en un sueño, nunca había sido así con nadie, siempre lo hacia con sadismo nunca con el cariño con el que se estaba entregando, por fin terminaron en una estruendosa embestida derramándose al mismo tiempo, sus sentidos aturdidos los hizo recostarse en el suelo, poco después vino el beso ansiado por el menor, uno que jamás cambiaria.

[Fin Flash Back]

- Ya una vez me traicionaste, no se que me hizo pensar que no lo volverías a hacer – Golpeo con un látigo el cuerpo llagado del rubio – Decías que me amabas y a la primera oportunidad… - Aun dolía – Ahnn… - Entro sin ninguna preparación en su cuerpo, invadiéndolo con brusquedad.

- No – Dijo en un hilo de voz, apenas articulando… su pecho tenia aberturas sangrantes. Dolor que no se comparaba con el del vampiro.

- ¿No? – Rasguño con sus filosas uñas el miembro de Patrick que soltó un alarido.

[Inicio Flash Back]

- Ahh… ahhh – Caminaba por su casa después de una salida a la India donde se abasteció de “alimento” se sentía feliz, después de un largo mes volvería a ver a su pequeño que bajo la guarda de su hermano se suponía estaba bien. Al pasar por una habitación escucho la voz de Danael Richelstald su único hermano, que victima de una enfermedad desconocida en su tiempo el mismo lo había convertido en un vampiro, el de complexión mas débil pero no por ello cierto había dejado su casa y ahora estaba de regreso, sin embargo, a pesar de ser casi iguales obedecía a todo lo que ordenaba ciegamente – Ahhh… esto es delicioso, ahhh – Gemía audiblemente, sonrió “Quien será la victima” lo conocía, no repetía mas de una noche con el mismo ser viviente, cual viuda negra después de tomarlos les absorbía hasta la ultima gota de sangre para después tirarlos como perros. No queriendo ser entrometido se alejo de ese pasillo cuando esa facultad que en varias veces salvo su inmortalidad se mostro como la peor de las condenas – Patrick – Culmino su acto, camino a paso veloz abriendo de golpe la puerta, como un ciclón enfurecido retrocedió, la imagen era la mas horrorosa: Patrick y Danael juntos, desnudos, el segundo sobre el primero. Tembló de furia mientras caminaba hacia su habitación.

- No, Andrew… ¡Andrew! – Lo escucho gritar una y otra vez, pero ya no fue lo mismo, ya no podía creer en el, por el contrario a cualquier sentido común lo hizo suyo cuantas veces quiso cada vez con mas saña como acostumbraba, en ocasiones irrumpía cuando Danael –que extrañamente cambio su costumbre- y Patrick se encontraban teniendo sexo, sin permiso alguno se unía y en caso de chistar a su voluntad –como una vez sucedió- los golpeaba de forma salvaje, sin embargo, ninguno de los amantes podía dejar el lugar donde habitaban en conjunto por que lo sabían, sabían que sus vidas se debía al que habían traicionado: Andrew.

[Fin Flash Back]

- Te sigo amando – Derramo lagrimas de sangre, no podía negar el amor que aun le tenía de forma desmedida, poco después lo corrió de su habitación colocándole una simple prenda que apenas y cubría su lastimado cuerpo.



- No, no puedo – Se levanto, dejando a Ricardo con esas sensaciones enloquecedoras.

- ¿Que? – No podía preguntar “¿Qué eran esas sensaciones, esas imágenes?” podría pensar que estaba loco.

- Yo… - Su muñeca estaba firmemente sujeta, sus pies no tenían la intención de moverse, se dejo caer nuevamente en el sofá acurrucado en el pecho frio de Ricardo que solo se limito a acariciar su cabello hasta que se durmió completamente.

- No puede ser, Andrew no pudo haber sido capaz – Se cubrió el rostro lleno de terror – El no sabia que tu y yo… - Miro con aflicción a Alfonso. “Hasta luego, saludos a tu amado Disar” – Nunca le dije su nombre, nunca. – Sus ojos mostraron sorpresa.







Lo dicho anteriormente Andrew es un maldito *¬* lo mejor de lo mejor, realmente le adoro... jeje
Andrew fue uno de los violadores de Disar xDDD ke malo es mi chico

IV. Mis sueños son tus pesadillas

Segunda Parte

En verdad detestaba caminar entre tanta gente pero realmente tenia curiosidad por lo que prefirió ir como cualquier simple mortal por el metro, había escuchado en el avión que era una odisea tomarlo pero no encontró ningún problema hasta que por alguna razón desconocida para el después de entrar y salir de la estación siguiendo el mapa había regresado al punto de partida y no se hubiera dado por enterado de no ser por que un indigente le pareció extrañamente similar a otro, miro a todos lados esperando estar delirando a causa del calor que hacia ahí abajo, casi como el infierno. Entonces una placa en frente le hizo saber que efectivamente era el mismo lugar en el que había iniciado – Mierda – Miro su reloj, según recordaba había apartado el boleto del autobús para las 4 de la tarde y recién eran las tres entonces estaba a tiempo para llegar y revisar que sus maletas hubiesen llegado.

Volvió a abordar el metro pero esta vez iba repleto de personas apenas y logro entrar, nadie respetaba el salga y entre lentamente, mas bien parecían estampidas, se agarro fuerte de un tubo ya que era lo único a lo que tenia acceso entonces una mujer detrás de el le agarro el trasero de forma brusca, se giro para verle el rostro y ella sonrió picara apenas y debía tener 15 años, no dijo nada, entonces en otra parada fue un hombre el que se le arrimo de forma por demás grosera, había logrado sentir su hombría a través de la ropa, eso le causo nauseas cuando le iba a reclamar se bajo de inmediato… “Realmente es peligroso” pensó, llego a la Tapo dispuesto a abordar el autobús y al fin alejarse de esa urbe.

Después de poco mas de dos horas de travesía llego a Puebla, en la CAPU (Central de Autobuses Puebla) abordo un taxi, no pudo evitar el asentó español, pidió lo llevasen a su nuevo hogar, mientras iban vio con cierta nostalgia las calles con gente de un lado a otro, imagino como Disar caminaría por ellas, las sonrisas en su rostro, “debo encontrarte” se dijo antes de llegar a su destino; el auto se detuvo frente al portón de una casa de dos plantas, alrededor habían negocios, la mayoría restaurantes y bares, al parecer la parte baja había sido un restaurant aun tenia pintura del nombre, abrió lentamente en efecto había mesas, sillas y al fondo un bar con unas cuantas copas y botellas vacías, todo completamente empolvado “¿Hace cuanto esta vacio?” arrastro sus maletas hacia una escalera subió fastidiado hasta llegar al segundo piso donde un amplio pasillo lo guiaba a cuatro puertas las primeras dos un tanto pequeñas, supuso que serian los baños, las siguientes parecían de habitaciones… se acerco mas al pasillo y se dio cuenta que se doblaba hacia la izquierda nuevamente su curiosidad lo guio hasta un balcón pequeño de apenas un metro, aspiro fuertemente – Esto huele a caño – dijo encendiendo un cigarro en ese minúsculo lugar pero su perceptiva nariz aviso de varias fuentes alimenticias acercándose.

Estaba reunido con sus amigos un pequeño grupo de seis personas, entre juegos y estupidez y media se detuvieron en una esquina platicando sobre que harían ya que tendrían en una semana la tarde libre, entonces sintió sobre si una mirada, de inmediato busco con los ojos la fuente. Busco y no había nadie cercano entonces dio con una casa de color marrón con ligeras ornamentaciones de talavera. Un enorme portón de madera era la entrada irremediablemente sus ojos se dirigieron al segundo piso donde sobresalía un pequeño balcón y en este un hombre detenido del marco fumaba sin dejar de observarlo, contrario a la incomodidad que provoca ese tipo de situaciones el sintió un pequeño alivio. Sin saber porque se acomodo el cabello “¿Le estoy coqueteando?” sus mejillas enrojecieron ante tal cavilación.

“Este olor” sus ojos estallaron en éxtasis, sus afilados colmillos relucieron deseosos de hundirse en carne y extraer de ellas ese amado néctar rojizo “Huele delicioso” cerro los ojos para guiarse por sus sentidos.

- Soy Disar – Extendió su mano, pero la ignoro monumentalmente ya que su sangre era demasiado cautivadora y de tocarlo no podría reprimir las ansias de absorber hasta la ultima gota de vida – Espere Erlendr porque hace esto, como miembro de la comunidad solo estoy siendo cortes – Ni lo miro, siguió su camino hacia un lugar alejado de todo el aperitivo que tenia a su disposición. Había ido precisamente a ese lugar a alimentarse… Húsavík, no era un sitio para vacacionar ni menos para vivir, la vista era magnifica por donde lo vieras pero el que estaba acostumbrado a ver las inmensas torres de las fábricas y el negruzco cielo francés no le interesaba lo paradisiaco que podía ser.

Abrió de par en par lo ojos, ese olor… - Disar – Se habían ido, aquellos jóvenes no estaban, se trepo del marco de la puerta, con agilidad subió al techo buscando algún rastro pero nada, el aroma de su sangre se disipaba con el olor citadino de Puebla.

“¿Es el?” se pregunto, regreso de inmediato a la casa, tomo dinero en efectivo que su “amigo” había tenido a bien regalarle, busco una tienda de celulares.

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Sus amigos habían decidido correr en busca del autobús que pasaba atascadísimo de gente, el hizo lo mismo y no volteo a ver a aquel hombre, se sintió extraño al llegar a casa era algo como una sensación de haberlo visto antes “¿un deja vu?” se pregunto mientras se daba un baño, al salir se recostó en su cama, esperaba no repetir la escena de hace unos días con la mente completamente serena su cuerpo se rindió entre las cobijas, sus parpados se cerraron con rapidez.

Comenzó a sentir las caricias de alguien sobre su cuerpo.

- No – Pero no lo deseaba abrió los ojos, lastimosamente no veía nada todo estaba cubierto de oscuridad solo sentía sin saber si realmente estaba ahí – Basta – Forcejeo.

Entonces se percato que a su espalda algo húmedo lo detenía, además de que sus manos estaban firmemente amarradas a algo, una sensación conocida se presento en su bajo vientre.

- Por favor - Rogo, sintiendo el sabor salado de sus lagrimas en la boca.

- Er það sem þú ert með rétt? eru eiginkona hans, neita því ekki* - Esa voz podía reconocerla pero no recordaba el poseedor.

- Detente - Sus piernas intentaron moverse pero estaba sujetas a algo en el suelo, se removió pero no se lograba soltar, sintió tanto frio. - Ahn… ngh… - Algo era introducido en su cuerpo, dolía, el frio se intensifico en su cuerpo - Basta, Duele - Chillo con desesperación.

- Tík** - No entendía nada, absolutamente nada ¿Dónde estaba? ¿Por qué le hacían eso? ¿Quién era su agresor?, lo de menos eran esas palabras, estaba siendo violado, lo embestían con fuerza el intentaba detenerlo se movía mas no lograba que esa persona dejase de tomarlo de esa forma tan violenta, sintió una lamida en su rostro.

Todo seguía siendo oscuridad ni siquiera podía distinguir al responsable ni al otro que había hablado con anterioridad, si de algo estaba seguro es que habían varias personas a su alrededor.

Sintió sangre recorrer por sus piernas, sintió asco, horror, miedo “Erlendr ayúdame” grito desesperado imprimiendo toda su fe en ello incluso que sus pensamientos llegaran a… de pronto cayo en cuenta “¿Por qué lo estoy llamando en una situación así?” Sintió embestidas mas fuertes, sus piernas temblaron lograba escuchar la piel del tipo contra la suya estando inmovilizado nada podía hacer, solo esperar a que todo terminara lentamente abandono su cuerpo dejo de llorar de emitir quejidos mientras las estocadas se hacían mas profundas y dolorosas.

Algo lleno su interior y ardió, dolió mucho, estaba herido con brusquedad se retiro de su cuerpo y comenzó a reír a carcajadas, sintió otras manos tocándolo; sus ojos se dilataron de temor, había alguien mas que lo violentaría… otro mas. Una mano tomo su miembro friccionándolo de forma salvaje.

- No, por favor… ya basta – Rogo, pero no era escuchado nuevamente alguien se introdujo en su ser, el dolor se agudizo…

- Alfonso, Alfonso – Lo movían levemente – Abre los ojos, estas bien, estas a salvo.

- Agh… - Salió de su pesadilla hecho un manojo de nervios se toco el rostro estaba llorando y temblaba.

- Te escuche llorar y no podía dejarte así – Dijo con pesar.

- Yo… - ¿Cómo decirle a su hermano que entre sueños estaba siendo abusado sexualmente? – Otra pesadilla – Fue lo único que dijo, el llanto no cedió.

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Estaba emocionado, activo el celular y busco en su agenda el numero de los amigos que habían ayudado, estos de nombres Patrick y Danael, mejor conocido como Danny, el primero le había comprado sus boletos de abordaje y el segundo había arreglado todo lo referente a pasaporte, identificaciones, tarjetas bancarias y demás.

- ¿Bueno? – No se escuchaba bien la voz de la persona al otro lado – ¿Patrick? – Se escucho como colgaban rápidamente.

+++ ~~~ En un castillo ~~~ +++

Dos jóvenes frente a una computadora se veían realmente metidos en lo que hacían, a su alrededor pálidas paredes se alzaban con un tapiz viejo de flores que en su momento de esplendor habían sido beige ahora se veían mas amarillentas que otra cosa, el tiempo las había hecho así, dos ventanas de grandes dimensiones se ubicaban a su izquierda con cortinas en color vino, dos sillones amplios ocupaban gran parte de la habitación justo frente a un gran librero… en el suelo algunas revistas de moda se encontraban tiradas, a su derecha una pintura enmarcada ocupaba gran espacio en la pared, debajo de ella un piano, una mesita pequeña y sillas. Una llamada los extrajo de aquella pantalla, era por el celular de uno de ellos, apenas había oprimido el botón de contestar cuando.

- Patrick – Una voz fuerte los interrumpió – No, no, no, no – Dijo infantilmente – pensé que me considerabas tu amigo – Decía espaldas de ambos jóvenes, uno de aproximados 23 con cabellera rubia, sus ojos verdes centellearon de temor – Fuiste malo – Enrosco un mechón de su cabello entre sus dedos mientras se acercaba a su oído – Eso se llama traición – Comento lamiéndole el oído, a su lado se encontraba otro el otro chico de cabellos castaños y ojos negros.

- Andrew, yo... – El rubio intento congraciarse.

- Cállate – Ordeno, temeroso el castaño detuvo la mano que se alzaba para sujetarlo – Sabes Patrick, te he consentido, no te he obligado a nada ¿Cierto?

- Cierto.

- Cuando hemos tenido sexo he sido excesivamente amable contigo.

- Así es.

- Todo lo que has querido te lo he dado.

- Si.

- Entonces ¿porque demonios no me habías dicho que tu le comprarías los boletos de avión a Ricardo? - Dijo con voz tranquila.

- Es...

- CÁLLATE – Le mordió cruelmente el hombro además de soltarle un golpe a su acompañante que cayo al suelo agarrándose la mejilla – Ves lo que provocas – Observo de forma despectiva al otro.

- Déjalo, el no tiene la culpa – Trato de que la ira de su líder no solo se enfocara en el ojiverde.

- Vamos Danny no me hagas enojar tu también - Lo miro con amabilidad, Patrick se limpio el hombro del cual brotaban unas ligeras líneas de sangre.

- Es que no es justo – dijo poniéndose de pie.

- Justo ¿Qué es en realidad justo? no sabes lo que es la justicia, la justicia no existe... – Camino por la habitación dubitativo de lo que debía hacerles.

- Andrew tienes razón, me hago responsable de mis actos – Hablo poniéndose frente al mayor.

- Muy bien pequeño – Sonrió satisfecho.

- No... esp - Patrick miro a Danny con sumo reproche para callarlo.

- Danny quédate aquí, a media noche te regresare a Patrick – Se dirigió a la puerta.

- ¿Estas jugando? – Pregunto el ojiverde con temor.

- No, por favor, después de darme un poco de tu sangre ¿Que te hace pensar que solo será eso? Hablo burlón.

- Espera – Tenia miedo, se veía en su rostro, hacia mucho tiempo que no intimaba con el mayor, aunque era mas estar con una bestia en celo, si bien era cierto que antes lo trataba con amabilidad tenia exabruptos y ahora con su enojo no sabia como lo trataría, lo conocía demasiado bien como para creer que seria algo medianamente tranquilo.

- No me hagas enojar mas, suficiente he tenido con el idiota de Ricardo que no ha querido contestar mis llamadas - El ojiverde miro al castaño, si no accedía se iría sobre el, eso seria mucho peor, soportaría el sometimiento del mayor.

- Vamos – Ante los ojos expectantes del castaño fueron saliendo de la habitación.

- Pat… - Dijo en un hilo de voz, el otro solo sonrió y se fue siguiendo la figura del mayor que elegantemente comenzó a caminar atravesar la puerta.

Espero largo tiempo para volver a intentar llamarlos. En tanto comenzó a limpiar el lugar, dio inicio con la parte del restaurant, se coloco un trapo en la cabeza para no ensuciarse tanto y se quito la camisa, camino solo en camiseta, se sentía mejor lleno de fuerzas si era el lo atraería, jalo las sillas hacia un rincón y vertió agua en el suelo, busco entre las cosas que habían en un pequeño almacén hasta dar con jabón en polvo, lo rego y tallo con una escoba vieja. Termino pronto, con un trapo húmedo limpio las sillas y las mesas volviéndolas a colocar, fue hacia el bar, tenía a la mano una bolsa grande donde hecho los embaces vacios así como los vasos rotos que encontró. Al ritmo que iba solo faltaría solicitar permisos y entonces abriría ese lugar. “Disar, aun si no eres tu, te encontrare… hare que recuerdes nuestro amor”, recordó la llamada, tecleo el celular.

- ¿Patrick?

- Si, ahmm… si buscas a Patrick se lo llevo Andrew, soy Danny… Ricardo – Escuchar esa noticia le hizo sentir mal, en medio de su egoísmo arrastro a un pozo sin fondo a quienes le habían ayudado.

- ¿Tu estas bien? – Pregunto a sabiendas de la respuesta.

- Se veía muy molesto… tengo miedo de que algo le pase – Su voz monótona solo confirmaba lo que decía.

- Todo estará bien – Colgó rápidamente y con nervios marco al teléfono central de aquella casa.

- Nhhnn… - Una voz ronca al otro lado.

- Andrew, soy Ricardo.

- Ahh… Me… alegro – ¿Estaba teniendo sexo? en el fondo no se escuchaba nada pero era propio de el hacerlos callar si así lo deseaba – Espera – Escucho claramente como dejaba caer algo [No te atrevas a moverte, jajajaja, como si pudieras].

- ¿Qué fue eso?

- Mi visita, hace tiempo que Patrick y yo no nos divertíamos como hoy ¿Verdad? – Se escucho como algo era golpeado, y un débil si.

- Ya, ya déjalo – Se atrevió a decir.

- ¿Por qué no contestabas a mis llamadas?

- Salí muy temprano del hotel, estaba hablando para darte el número de mi celular.

- Buen niño, acaso no podías dejarme un aviso.

- No, sabes que sigo molesto contigo.

- Mierda vuelves con lo mismo una y otra y otra vez, y tu, dije que ni un solo moviendo, maldición quédate quieto – El sonido de algo elástico golpeando.

- Pero ya te he hablado, creo que es suficiente.

- ¿Dónde quedo el retador de los últimos días?

- Solo tranquilízate.

- Ah, es por Pat… se ve lindo, deberías verlo, esta completamente desnudo con sangre en el rostro y en su pecho… oh sus piernas tiemblan de places, es como nadar entre sus muslos… se nota que lo usaste mucho por que a mi me recibe de forma gloriosa.

- Ya basta.

- Hasta luego, saludos a tu amado Disar – Se escapo de sus labios y colgó.

- Mierda… mierda – Se golpeo con el celular molesto – ¡MIERDA!

- Patrick… oh por Dios ¿Qué te hizo? – Entraba a la habitación de la que horas antes había sido sacado, no llevaba ropa puesta solo uno de los sacos de Andrew, uno de color purpura que apenas lograba cubrirlo, sus piernas estaban marcadas por arañazos de los que aun salían sangre, su miembro se veía en las mismas condiciones, tenia marcas de golpes en el pecho y el rostro, además de un pedazo de ceja que no estaba en su lugar.

- Danny, tengo frio – En efecto Patrick es humano.



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*Es lo que haces con el ¿no? eres su mujer, no lo niegues

**Perra

V. Mis pesadillas son tus sueños

Segunda Parte



- Patrick – Lo tomo entre sus brazos y lo dejo en la cama, no pudo evitar la atracción que ejerció sobre si la sangre que tan magníficamente cubría el cuerpo del rubio.

- Danny, perdóname – Dijo cansado y adolorido.

- Esta bien cariño, soy el que debe pedir perdón – Aspiro profundamente el aroma que destilaba a través de esas heridas – El que debería protegerte de mi hermano soy yo.

- Danny… - Su voz adormecida se fundió entre las sabanas y las almohadas que sostenían su cuerpo, el mencionado tomo una toalla para limpiar esas heridas que profanaban la hermosa anatomía del humano del cual hacia un par de años ostentaba como suyo, sin embargo, era débil ante Andrew, con el no podía decir ni hacer absolutamente nada.

Con devoción lamio cada parte sangrante aun con sus colmillos y el deseo palpitante de absorber cada gota de su sangre, el rubio ni se inmuto el cansancio dominaba todo en el, entre las profundidades de su letargo sintió algo cálido rodar por su pecho pero simplemente no podía apartar la somnolencia.

Para Danael verlo en ese estado tan deplorable le provocaba rabia e impotencia, pronto sus ojos se llenaron de un liquido rojizo que apaciblemente rodo por sus mejillas hasta llegar al pecho de Patrick marcando fuertes líneas rojas, se abrazo al cuerpo de su amante sollozando – Perdón por ser tan poca cosa para ti.

- Ricardo, si esta bien, nada que un poco de descanso no sane… ehm… si se recuperara, estamos bien no te preocupes. Búscalo y por favor cuando lo encuentres no lo dejes ir. Si, hasta luego – Una llamada que sosegó su atormentado ser, nuevamente miro a Patrick que inerte dormía en su cama cubierto por un edredón azul, su faz angelical le hizo sentir mas tranquilo y propio de su raza solo se quedo velando su sueño, añorando un día mejor.


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Pasaron largas noches y días en las que no pudo asistir con el psiquiatra debido a proyectos que de la nada tenia que entregar, lo único medianamente agradable era charlar con sus amigos pero lo hacia sin estar realmente metido en sus conversaciones parecía que por momentos nadaba en un gelatinoso mundo ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.

- Si un nuevo bar – Decía uno de ellos – Esta en la calle donde tomamos el bus hace días hay que ir a la inauguración.

- Si, seria genial… pues si lo abren el día que tenemos libre vamos.

El solo asentía con la cabeza, tal vez el hombre de aquella tarde era algún trabajador de interiores, se reconforto con recordar la mirada penetrante que poso sobre el aquel sujeto sin ponerse a pensar en el por que. Aun así no se sentía completamente bien, sus pesadillas habían cambiado de ser las clásicas escenas de muerte a constantes violaciones multitudinarias en contra de el, en esos cuatro días su despertar era horrible, no podía ni desayunar y había bajado de peso cada sensación era tan vivida, realmente asqueroso a veces dormía en forma de ovillo apresando con las manos su cabeza rogando que en esa noche nada se repitiera pero de nuevo esa maldita oscuridad lo cubría.

- Nhn… - Escuchaba esos gemidos contra sus oídos, su vientre dolía además de su espalda baja que ardía después de que ese tipo saliera de el.

- No más – Rogaba pero no era escuchado, otro relevaba para fornicarlo.

-¿Qué ha cambiado? – Pregunto su hermano cansado de verlo tan mal.

- Nada, todo sigue igual – No era el único que preguntaba, sus amigos habían notado el deplorable estado en el que estaba aun así el lo negaba y ellos hacían conjeturas con respecto a su ex novia Cristal pero nada más.

- Hoy es el gran día – Afirmo con alegría Rodrigo un chico menudito de cara ligeramente redonda, ojos grandes y azules, su cabello castaño brillaba dando mas luz a su blanca piel.

- Si al fin después de negrearnos hasta hartarse hoy tendremos una tarde libre lo mejor es que es viernes.

- ¡Si! – Gritaban sus ruidosos amigos.

- Alfonso anímate, lo malo es que ese local lo inauguraron ayer – Menciono con cierta desilusión uno de ellos.

- Pero que importa vamos – Animado por ellos accedió a ir, solo paso a casa para botar sus útiles escolares y darse un fugas baño, el calor de noviembre no cedía pero eso no le impediría disfrutar de sus amigos y de beber.


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- No ha venido – Dijo con pesar desde una ventana que daba hacia la pista de baile llena de personas, alrededor las mesas ya limpias y pintadas parecían nuevas, las luces brillantes por momentos iluminaban esos cuerpos que cadenciosamente se movían en conjunción unos con otros.

La puerta se abrió mostrando varios jóvenes que se adentraban curiosos, entonces entre los últimos estaba el… nuevamente el pero se notaba diferente, su piel se veía pálida y su cuerpo mermado.

Rápidamente se acomodo la camisa que llevaba puesta y se coloco un saco color vino, sus pantalones en el mismo color hacían refulgir sus hebras negras los ojos se encendieron maravillados y afanados de que ese realmente fuere su Disar, su amado jovencito al cual extrañaba mas que a nada en el mundo, le era incluso mas necesario que la dieta a la cual por azares del destino estaba sometido, bajo con gran velocidad las escaleras guiándose por el olor de Alfonso era como si una estela de color rojo le guiara a través del gentío; su ser se dividió en dos, por un lado enfureció la bestia que pidió la sangre del chico y por otro la esperanza que había llegado a perder renació, el amor que en silencio se había mantenido inactivo durante años bramo de emoción, de dicha; la estruendosa música alboroto aun mas sus sentidos, estaba enloqueciendo de deseo, aquel aroma en definitiva le pertenecía a su amado Disar era ligero apenas reconocible pero el podía asegurar que le pertenecía, muchas veces reprimió las ansias de absorber de aquella sangre y ahora estaba luchando por seguir manteniendo una fortaleza que creyó no volver a necesitar.

Sus profundas orbes se situaron en el cuerpo de Alfonso que escondido en un rincón de la mesa apenas y mostraba la playera beige que hacia lucir sus ligeros pero bien acentuados atributos, el cuello en “v” mostraba sus finos huesos saliendo producto de la disfunción alimenticia que había sufrido. Sonreía mostrando sus hermosos dientes con un colmillo ligeramente sobresaliente a las demás encías y arrugando el entrecejo.

- Bienvenidos – Se acerco con la gallardía y elegancia que a lo largo de los siglos había logrado hacer parte de el naturalmente. Los chicos extrañados le dirigieron un simple gracias – No los había visto, “El Mifos” agradece su visita – Lanzo una mirada a Alfonso la primera vez que le veía tan detenidamente y le parecía todavía más hermoso, el menor de inmediato se sintió volar, un escalofrió recorrió su cuerpo, sin embargo, no era propio del “amor a primera vista” en su caso segunda sino por no mantener una buena alimentacion su sistema le estaba pasando factura, de inmediato corrió al baño donde devolvió lo poco que había comido durante el día además de el trago de cerveza que recién había llegado a el.

Golpeo con los puños cerrados la puerta del sanitario y se golpeo la cabeza – Ya basta – Ordeno, tal vez así todo lo malo saldría de su vida.

Mientras tanto, en la mesa Ricardo les regalo mas cerveza a sus amigos, notando que Alfonso no volvía se encamino al sanitario, escucho los golpes de la puerta por un ínfimo instante creyó que alguien intimidaba a su Disar a punto de entrar y molerlo a golpes vio como el salía visiblemente mas pálido.

- ¿Estas bien? – Se acerco sigiloso y temeroso, si sudara juraría que en esos momentos se estaría deshaciendo de los nervios.

- Si, gracias – Ni el lograba explicarse la sensación –mas bien deseo que no quería aceptar– que ese completo extraña le provocaba.

- Yo… - Las palabras no querían salir de su boca por completo – Si quieres… arriba… - Apretó los puños “No seas imbécil Ricardo” – Hay una habitación en donde podrías reponerte, o si quieres llamo a una ambulancia si tu malestar es fuerte – sugirió aunque su interior le decía ¡Bésalo!

La primera vez en el balcón había pensado que ese hombre se veía bien, a diferencia de el se mostraba seguro pero al escucharlo hablar de esa forma tan tímida le causo gracia, rio bajito, meneo la cabeza negando que en verdad ese ser que podría ostentarse como un galán fuera tan introvertido al hablar con un simple joven.

- Acepto descansar un rato, después volveré con mis amigos – Contesto amable, para el vampiro su respuesta fue un choque de aire helado que atravesó por su nariz y llego a sus pulmones dándole un estrujo a sus entrañas le hicieron sentir vivo. Lo guio por las escaleras, Alfonso iba sosteniéndose del barandal hecho de ladrillos con una ligera ornamente que se estaba cayendo, el piso de talavera en azul y blanco le hizo trastabillar pero fue detenido por Ricardo que lo tomo de la cintura evitando el posible desastre; a las manos frías del Ricardo llego la tibieza de aquel frágil ser, tembló de ansias…

- Gracias – Se apuro a seguir subiendo, llegaron al pasillo en donde el no-muerto se adentro para indicar una habitación, el estudiante se metió a lo que al parecer era una sala-recamara no muy grande de por lo menos cinco metros cuadrados clásico de las casonas coloniales su techo era alto, con un enorme candelabro en el centro además de vigas de madera las paredes de color rojizo con una franja amarilla la hacia todavía mas común, se sentó en el sofá encaminado por el mayor.

- ¿Te sientes mejor? – Deseaba escuchar un si para así poder abalanzarse sobre el besarlo y hacerlo recordar, abrazarlo, tocarlo.

- No… me podría dar un poco de agua – Sonaba mas a orden, Ricardo se puso de pie y atravesó la puerta dejándola abierta, de su bolsillo saco una llave y abrió otra puerta ahí estaba la cocina, con lo poco que tenia agradeció guardar en su refrigerador botellas de agua y cervezas que en algún momento pudiesen necesitarse en el bar.

- Aquí tienes – La destapo para facilitarle al menor.

- Gracias – Bebió con cierta desesperación, el agua se veía pasar a través de su garganta, el vampiro lo escuchaba, lograba oír los borbotones que hacia, observo detalladamente el estomago subiendo lentamente su vista, el pecho, el cuello, los labios… el agua saliendo finamente de la comisura de esos labios levemente resecos – Ahhh – casi se había acabado la botella de medio litro.

- De nada – Se instalo un silencio.

- ¿Así que trabajas aquí?

- No, soy el dueño – Quería impresionarlo.

- oh, ya veo – Desvió el rostro, ruborizándose sin razón. Ricardo cerró los ojos.



- Impresióname Erlendr, vamos – Suplicaba.

- Bueno esta bien – Con destreza logro dibujar lo que era su casa en Francia, que más bien se asemejaba a un enorme castillo.

- Increíble – Una vez terminado deposito ese pedazo de pergamino en las manos de un asombrado y adolescente Disar, que a sus quince años era fácil de sorprender – Pero no te creo – Sonrió con inocencia, mas que admirar la casa, se hallaba embobado con la fineza de sus trazos y la velocidad en que había logrado esa imagen.

- ¡¿Que?! Tú me dijiste que te mostrara mi casa y esa es, sin embargo, dudas de su veracidad.

- Si – Se acerco gateando hacia el que permanecía sentado al frente – Tendrás que llevarme para que te crea.

- Te llevare.

- Promételo.

- Lo prometo

- Entonces es probable que esto sea cierto – Beso su mejilla.



- Hey… - Agitaba la mano frente a su rostro.

- Disculpa, lamento haberte ignorado de esa forma.

- Esta bien supongo que debe estar cansado – Se puso de pie pero tambaleo, a punto de caer su cuerpo se dirigió a Ricardo que abrió los brazos para detenerlo.

- Gra… gracias – Su rostro en medio del pecho de ese desconocido sintió tanta paz, sus manos se aferraron a el con fuerza, sin ningún temor cerro los ojos deseando dormir.

- De nada – Susurro dejándose caer al sofá atrayendo sobre si al menor que se dejo llevar. En la mente del vampiro muchas ideas se conjugaban, quería besarlo… realmente no soportaba la idea de tener que esperar, además su aroma estaba impregnando sus fosas nasales que se contraían, aquella parte bestial también tenia una idea clara: Beber su sangre – Perdón.

- ¿Qu…? – Levanto el rostro para ser besado. “Esto… ¿Qué es esto?”

Estrecho entre sus brazos la humanidad de Alfonso que al tacto se estremeció, su piel se erizo, sus ojos se cerraron deseosos de que lo tocasen de forma mas intima, la mano de Ricardo acaricio sus piernas colocándose en medio de ellas.

- Tu aroma es delicioso – Aspiro contra su cuello. El menor se colgó del fuerte cuerpo del vampiro, con parsimonia comenzó a desabrochar los botones de la camisa blanca, abrió con temor y embelesado por su fornido pecho se sintió en el paraíso, detallo con sus dedos el torso del mayor apenas rosándolo, deseando cada vez mas.

- ¿Qué es lo que estoy sintiendo? – Pregunto susurrando.

- Averígualo – Le invito a conocer mas de el, mas de su fría y muerta piel.

Fue en ese momento mientras lo miraba y acariciaba cuando contra su mente y corazón chocaron las sensaciones de sus sueños, nuevamente cada parte de las mismas se hacían reales.

A Ricardo le llegaron los sueños, no solo lo veía, sentía cada cosa, frías manos tocando su expuesta piel, las manos y pies sostenidas fuertemente por una soga, veía al entonces padre parado en la puerta.



- ¿Estas seguro que esto es correcto? – Pregunto con cierto miedo el progenitor de Disar.

- Si – Esa voz, fría y calculadora, la conocía perfectamente: Andrew.