18.3.10

VI. Secretos relucientes

- Lo detesto – Gimoteaba entre besos – Detesto que no me digas lo que sucede, te he mantenido con vida he respetado tu existencia y me pagas de esta manera.- Hablo mientras sus labios viajaban a la parte sur del cuerpo dispuesto bajo si.

- Por favor – Sus ojos llorosos, amarrado de pies y manos sin posibilidad a escapar, su cuerpo tensado de miedo no respondía a las caricias del vampiro que lo había sacado de un basurero donde la que se hacia llamar madre lo había abandonado.

[Inicia Flash Back]

Largos años atormentado por un padrastro tras otro, un hombre detrás de otro como una fila que cogían a su madre ante sus ojos y ella que disfrutaba de abrir las piernas a la menor provocación, lo había visto todo a sus escasos nueve años, conocía partes que jamás hubiese querido, incluso ella, esa mujer, cuando no tenia marido le enseñaba como y donde debía tocarla llegando varias veces al orgasmo en manos de su propio hijo. La odiaba con todo su ser pero a la vez la amaba, nada cambiaba el hecho de haberle dado vida, una triste y horrorosa pero vida al fin y al cabo; un fatídico día lo confeso, su pequeña alma acongojada no soporto mas, grito lo que era “Ramera” salió de sus tiernos labios sin saber el significado, ella respondió con una cachetada “Esta ramera con su culo te ha dado la vida” no podía ser diferente de cualquier mujerzuela de bar, amaba a su hijo, era lo único bello que había logrado en su fracaso de existencia, pero no soportaba escuchar la verdad de su hijo, lo golpeo una, dos, tres… tantas veces hasta casi matarlo, sus manos ensangrentadas temieron enloquecida, arrepentida, lo abandono en medio de un mar de desperdicios huyendo a todo lo que sus pies podían.

La piel lacerada ardía, sus pequeñas manos tiritaban de frio y sus labios pequeños y finos adquirían un color pálido, pero el dolor interno era tan profundo que estaba llegando al punto de no sentir nada.

- Tan pequeño, tan frágil – “La voz de la muerte” pensó cuando escucho aquellas palabras, abrió los ojos, descubriendo una inmensa penumbra ¿Cuántas horas habrían pasado? – Tan solo, esperando la muerte que lastimera llegara a recolectar tu inocente alma.

- Llévame – Dijo despacito apenas audible, esa boquita que debiera siempre sonreír no mostraba curva alguna solo era parte de un algo sin forma ni sentido.

- Ja, ja, ja, ja ¿Pobre infeliz crees que yo te llevare a la muerte? Cuan equivocado estas pequeño, pero tal vez no tanto, te puedo llevar lo mas cercano posible a la muerte – Sonrió de lado dejando al descubierto sus dientes blancos refulgentes con la luz de la luna, su rostro de un albo hermoso, sus vestiduras le parecían de un príncipe, tenia que ser el ángel de la muerte, quien mas sino de el. - ¿Quieres vivir? – Pregunto con una gran sonrisa, las temblorosas manitas del niño de nueve años que anhelaba un futuro, una familia, amor se alzaron.

- Si, quiero vivir – Lagrimas salieron de sus ojos rodando por sus sienes dando entre toda aquella inmundicia.

- Júrame lealtad y fidelidad… Patrick – Con voz clara y profunda exigió, solo como el podía.

- Le juro ser leal y fiel – Lo que por un momento le pareció el ángel de la muerte ahora le pareció mas un milagro para su inútil presencia.

- Mi pequeño – Tomo entre sus brazos con delicadeza ese pequeño cuerpo envolviéndolo con su propia ropa dándole calor artificial, calor que su cuerpo jamás podría emitir; nuevamente los ojos del niño se cerraron.

El aire se colaba a través de sus heridas provocando más dolor ¿Qué sucedía? Sentía que estaba en un campo de nubes todo a su alrededor era suave como algodón.

Despertó en una enorme habitación que apenas y tenia unos cuantos muebles, la cama donde su cuerpo reposaba era suave y el aroma que emanaba era dulce como el de gardenias intento levantarse pero el dolor agudizó a través de toda su dermis.

- Me alegra que estés despierto – Nuevamente el, su voz taladraba sus oídos marcando el sonido de la salvación, de la esperanza, de un milagro que creía jamás poder ver, una mano fría paso por su cabello – Sabes, eres lo primero que no me como – Dijo como si aquello fuera cualquier cosa – Debe ser por que eres un niño o tal vez porque ya has pasado por mucho… – Un silencio sepulcral pero no incomodo se asentó, no escuchaba otra cosa que no fuera el trinar de las aves que circundaban, además de su respiración agitada ¿Dónde estaba? ¿Quién era el? – Te vi varias veces, sufriendo, llorando, provocando un goce que no debías – Su mano bajo hasta el cuello donde presiono levemente enterrando sus mortíferas uñas – Pequeño Patrick ¿Quieres saber quien soy? – El menor solo asintió con terror – Un vampiro – Confeso – Si aprieto un poco mas podrás dejar este mundo. Pero tu existencia me agrada – Libero al pequeño para recostarse junto a el – Eres tan frágil, tan hermoso a pesar de haber sido manchado por tu propia madre – Sus palabras destilaban maldad, nuevamente lagrimas azotaron los ojos del niño.

- Lo viste ¿verdad? – Dijo con miedo – Yo no quería tocar su cuerpo, no quería ser igual que los otros hombres… no quería que ella hiciera esos sonidos – Aun con dolor vivo de heridas abiertas en sus brazos, los alzo cubriéndose la cara.

- Lo se, tu no tienes la culpa… – Se inclino hasta estar frente al rostro oculto, con firmeza retiro las pequeñas manos – Yo te cuidare Patrick – Beso su frente – Yo te cuidare – “Andrew Richelstald” el nombre del ser que mas amaba en el mundo, era el nombre del ser que mas odiaba, sus cariños cambiaron cuando el pequeño de nueve años se convirtió en un varón de edad casadera, cegado por la necesidad de ser el único le obligaron a ser su esclavo, el acepto cada orden, nunca pudo negarse, lo amaba sobre cualquier otro, pero Andrew tenia sus ojos clavados en Ricardo, lo notaba solo con el retozaba en las noches, solo con el grita de deseo… solo por el.



- Andrew – Llamo con sigilo - ¿Por qué no puedo salir del castillo?

- Te he dicho que afuera el mundo es cruel, malo, capaz de eliminar a alguien tan frágil como tu.

- Pero tú me protegerás ¿No?

- En efecto pero solo si sales conmigo – Tentado el terreno, parecía no ser tan problemático.

- Ricardo… - Pronuncio, el vampiro dejo de leer para concentrar su mirada en el jovencito de dieciséis – ¿Lo protegerías al sobre mi? – Andrew dibujo una torcida sonrisa en aquellos labios muertos.

- Tal vez – Dijo advirtiendo una rabieta, era inocente, aun tenia pureza en su corazón, por eso no lo había convertido, quería que de algún modo todos sus pecados se redimieran con el pequeño Patrick, no podía negarlo lo amaba con todas sus fuerzas y jamás dejaría que nadie tocara uno solo de sus cabellos.

- ¿Qué tiene el que no tenga yo? – Inquirió con el rostro desfigurado de ira.

- La fuerza que jamás tendrás – Sus pequeños ojos se dilataron – El no es un simple humano – El momento preciso de confesarle la condición que llevaba.

- Es cierto, es viejo – Pronuncio con sorna, el mayor carcajeo divertido.

- Si, pero eso solo significa experiencia.

- Yo algún día también la tendré – Respondió con insolencia.

- Patrick, dime… ¿Estas celoso?

- Si, como no estarlo escucho cuando copulan, oigo todo – Se ruborizo hasta las orejas.

- Pequeño, te amo tanto – Lo abrazo besando su frente, pero el menor lo esquivo colocando sus labios. Un beso fiero, sin experiencia pero sin duda cálido, Andrew no se separo continuo moviendo los labios, introdujo su lengua en la cavidad del menor que correspondió pegando la suya, degustando un sabor levemente acido, jadeo entre el beso, el mayor sonrió de satisfacción – Basta – Lo alejo con de un leve empujón.

- Por favor, déjame ser tuyo – El vampiro se compadeció, si lo amaba pero no como amante, sino como un hijo, lo había visto una tarde en brazos de una prostituta, aun era un bebe mientras ella lo dejaba en el suelo mugriento y mojado, mientras fornicaba con algún borracho en plena calle, sus gemidos eran lo único que se escuchaba, mientras el pequeño se removía incomodo, sigiloso se había acercado a el y se había enganchado de sus hermosos ojos esmeralda que lo observaban fijamente, el pequeño sonrió y desde entonces cuando podía lo procuraba, a lo lejos como un cazador esperando su presa y de alguna forma lo era; la primera vez que aquella mujer lo tomo por amante la odio, deseo matarla en ese instante cuando el niño entre espasmos de llanto era obligado a tocar, pero aun así el pequeño parecía amarla y no tuvo el valor ni la fuerza para arrebatársela, esa entereza cambio la tarde en que la enfrento y dejo que ella lo golpeara, supo que de ahora en mas el niño podría ser solo suyo, después de que lo abandonara en un basurero fue tras ella y en un callejón desmembró cada parte de su cuerpo sin remordimiento, no bebió ni una gota de su sangre, no lo merecía.

- ¿En verdad es eso lo que quieres? – Pregunto sabiendo la respuesta, el menor desabotono sus ropas tirándolas al suelo, dejando expuesta cada parte de su cuerpo, su hombría estaba erguida, palpitante y con líquido cubriéndolo, sus mejillas enrojecidas suplicaban ser besadas.

- Tócame, mírame con deseo – Su mano se poso sobre si mismo, comenzando a subir y bajar la piel que le cubría, mas liquido salía de el.

- No puedo – Estaba luchando contra su propio deseo.

- Anda – Se giro dejando expuesto su trasero sin dejar de tocarse, se inclino sosteniendo su pecho en una pequeña mesita dejando una magnifica vista, había observado como lo hacían los dos, se veía doloroso, pero estaba dispuesto a soportarlo, ya antes había ensayado introduciendo uno de sus dedos, así que esta vez lo utilizaría para incitarlo, lentamente dirigió su mano, se abrió paso entre su redondeado trasero, dejando ver su rosado anillo, introdujo un dejo – Nha… - Jadeo levemente moviendo ese dedo, sin dejar de observarlo, sin dejar de masturbarse.

Era mas de lo que podía soportar, se arranco las ropas dirigiéndose al menor – Lo hare – Susurro en su oído, mientras comenzó a tocar sus pezones que no habían necesitado ningún estimulo externo para estar ya erectos – Patrick, eres tan lascivo, me has mojado completamente, siente – Entre sus nalgas algo frio y húmedo se presiono.

-Ahhh… métela – Meneo las caderas deseando ser tomado, amando en un extremo torcido a su salvador y “padre” porque eso era el, lo decía a menudo y había comenzado a creerlo hasta que esa atracción desmedida lo asalto.

- Ahhh… - Entro en la pequeña cavidad, que dilatada ardía, algo que no sentía con Ricardo, un dulce calor que rodeaba su hombría – Por favor métela toda – Pedía con ojos llorosos mirándolo fijamente – Nhn… - Entro mas profundo, el estaba completamente mojado, y el interior también, lentamente embistió, una, dos, tres estocadas firmes, certeras – Ahhh… - El menor sentía algo único, su miembro era masajeado por el vampiro con amabilidad.

- Patrick… mi hermoso Patrick – Embistió con rudeza mientras un grosero sonido proveniente de sus cuerpos unidos retumbaba.

- Aghh… Así mi amado mas duro – Era como estar en un sueño, nunca había sido así con nadie, siempre lo hacia con sadismo nunca con el cariño con el que se estaba entregando, por fin terminaron en una estruendosa embestida derramándose al mismo tiempo, sus sentidos aturdidos los hizo recostarse en el suelo, poco después vino el beso ansiado por el menor, uno que jamás cambiaria.

[Fin Flash Back]

- Ya una vez me traicionaste, no se que me hizo pensar que no lo volverías a hacer – Golpeo con un látigo el cuerpo llagado del rubio – Decías que me amabas y a la primera oportunidad… - Aun dolía – Ahnn… - Entro sin ninguna preparación en su cuerpo, invadiéndolo con brusquedad.

- No – Dijo en un hilo de voz, apenas articulando… su pecho tenia aberturas sangrantes. Dolor que no se comparaba con el del vampiro.

- ¿No? – Rasguño con sus filosas uñas el miembro de Patrick que soltó un alarido.

[Inicio Flash Back]

- Ahh… ahhh – Caminaba por su casa después de una salida a la India donde se abasteció de “alimento” se sentía feliz, después de un largo mes volvería a ver a su pequeño que bajo la guarda de su hermano se suponía estaba bien. Al pasar por una habitación escucho la voz de Danael Richelstald su único hermano, que victima de una enfermedad desconocida en su tiempo el mismo lo había convertido en un vampiro, el de complexión mas débil pero no por ello cierto había dejado su casa y ahora estaba de regreso, sin embargo, a pesar de ser casi iguales obedecía a todo lo que ordenaba ciegamente – Ahhh… esto es delicioso, ahhh – Gemía audiblemente, sonrió “Quien será la victima” lo conocía, no repetía mas de una noche con el mismo ser viviente, cual viuda negra después de tomarlos les absorbía hasta la ultima gota de sangre para después tirarlos como perros. No queriendo ser entrometido se alejo de ese pasillo cuando esa facultad que en varias veces salvo su inmortalidad se mostro como la peor de las condenas – Patrick – Culmino su acto, camino a paso veloz abriendo de golpe la puerta, como un ciclón enfurecido retrocedió, la imagen era la mas horrorosa: Patrick y Danael juntos, desnudos, el segundo sobre el primero. Tembló de furia mientras caminaba hacia su habitación.

- No, Andrew… ¡Andrew! – Lo escucho gritar una y otra vez, pero ya no fue lo mismo, ya no podía creer en el, por el contrario a cualquier sentido común lo hizo suyo cuantas veces quiso cada vez con mas saña como acostumbraba, en ocasiones irrumpía cuando Danael –que extrañamente cambio su costumbre- y Patrick se encontraban teniendo sexo, sin permiso alguno se unía y en caso de chistar a su voluntad –como una vez sucedió- los golpeaba de forma salvaje, sin embargo, ninguno de los amantes podía dejar el lugar donde habitaban en conjunto por que lo sabían, sabían que sus vidas se debía al que habían traicionado: Andrew.

[Fin Flash Back]

- Te sigo amando – Derramo lagrimas de sangre, no podía negar el amor que aun le tenía de forma desmedida, poco después lo corrió de su habitación colocándole una simple prenda que apenas y cubría su lastimado cuerpo.



- No, no puedo – Se levanto, dejando a Ricardo con esas sensaciones enloquecedoras.

- ¿Que? – No podía preguntar “¿Qué eran esas sensaciones, esas imágenes?” podría pensar que estaba loco.

- Yo… - Su muñeca estaba firmemente sujeta, sus pies no tenían la intención de moverse, se dejo caer nuevamente en el sofá acurrucado en el pecho frio de Ricardo que solo se limito a acariciar su cabello hasta que se durmió completamente.

- No puede ser, Andrew no pudo haber sido capaz – Se cubrió el rostro lleno de terror – El no sabia que tu y yo… - Miro con aflicción a Alfonso. “Hasta luego, saludos a tu amado Disar” – Nunca le dije su nombre, nunca. – Sus ojos mostraron sorpresa.







Lo dicho anteriormente Andrew es un maldito *¬* lo mejor de lo mejor, realmente le adoro... jeje
Andrew fue uno de los violadores de Disar xDDD ke malo es mi chico

No hay comentarios:

Publicar un comentario